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Mariana y las ‘ceresas’

Mi amiga Mariana Martínez Esténs dice que los periodistas producimos información como si fueran tacos, sin tiempo para la reflexión ni para el análisis. Una nota, dos notas, tres notas, nada de largo aliento, “ningún banquete”.

Mariana comenzó hace dos décadas a sacar notas como tacos en la ciudad fronteriza de Tijuana. Coberturas para agencias, medios nacionales, muchos medios internacionales. Durante la última década hizo chambas de productora de campo y fixer para documentalistas británicos, gringos, chinos, japoneses y de otros países que llegaban unos cuantos días y se iban a sus países, con un recorte bastante sensacionalista de nuestra realidad latina.

Una productora inglesa que la contrató una vez para hacer producción en una cárcel de Centroamérica negoció con el director de un penal de alta seguridad la donación de “algo” a cambio de que el presentador del documental trabajara en una situación ruda con los internos. La brillante idea era comprar una vaca y que los internos la destazaran en el patio central; total, si algunos criminales mataron gente, ¿por qué no matar una vaca?

Al llegar al rastro los productores se negaron a bajarse y enviaron a Mariana a negociar los precios de las vacas. Al final la vaca les pareció cara y decidieron que sería mejor comprar verduras.

Mariana llama a este sector “periodismo extractivista”.

“Juegan con la esperanza y con la necesidad”, me dijo el domingo, dos días después de presentar su primer libro, una novela ilustrada que cuenta sus experiencias como reportera en la ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos en los últimos 10 años.

El libro se llama Inside People. Historias desde la reclusión y se puede encontrar en español y en inglés en Amazon.

Es una novela particular, llena de viñetas visuales y narrativas. Mariana la confeccionó desde cero y de manera muy artesanal, lo hizo con sus propios recursos y acorde con sus propios tiempos.

Además de su trabajo como periodista en cárceles de Centroamérica, Mariana cuenta de su experiencia en un taller de literatura con las reclusas del Cereso de Tijuana. Es una parte que en lo personal me toca mucho por los testimonios de las presas.

Un día mi amiga les pidió que hablaran de los secretos, de lo privado, de lo que se guardaban, grande o pequeño, les dijo que liberaran un secreto en un pedazo de papel.

“Hace dos años yo tenía un empleo perfecto. Trabajaba en una fábrica de hilos y tejidos, no ganaba mucho, pero tampoco ganaba poco, tenía un sueldo de 2,700 pesos al mes, pero pues como era madre soltera no me alcanzaba lo que ganaba pues tenía que pagar renta, agua, luz y otras necesidades básicas. Tanta era mi desesperación que me lleva a trabajar a un centro nocturno como fichera al principio y después como bailarina exótica, pues en ese trabajo ganaba hasta 3,000 a 4,000 pesos en una noche”.

“Lo hice pero estoy bien arrepentida y estoy 1000% convencida de que no lo volveré a hacer”.

“Me enamoré de un marino”.

“Mi mamá no sabía que me dedicaba a secuestrar”.

“Es que yo no quiero estar aquí, por culpa de los federales estoy aquí, sin culpa los odio mucho porque me alejaron de mis hijos, pinches federales. Orrible, los odio mucho mucho mucho OK”.

“Que tuve un aborto a mis 16 años y nadie sabe de mi familia”.

“Ayudé a que los soldados por medio de la contra agarrara a la lic. y ese secreto me está acabando. Perdón Lic.”.

“Yo causé un gran desastre”.

Al trabajar con estas mujeres, Mariana descubrió sus anhelos, sueños y pasiones, y también se redescubrió ella misma. Se cansó de hacer notas de narco y poco a poco fue dejando el periodismo. Actualmente es productora creativa de Apple, aunque de vez en cuando hace podcast.

Su sensibilidad, su fuerza y su valentía me inspiran, y ojalá que su libro llegue a muchas personas más.

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jl/I