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El recelo federal hacia Jalisco

A raíz del plagio de dos elementos de la Secretaría de Marina (Sermar) la semana pasada y de la captura de Rosalinda González Valencia, que lo motivó, se hicieron notorias fallas graves en los cuerpos de seguridad.

Sin decir “aguas”, la Federación montó su operativo para detener a la esposa de Nemesio Oseguera Cervantes El Mencho y aquí se enteraron las autoridades al día siguiente, horas después de la reaprehensión. Y no fue por medios oficiales, sino a través de los medios de comunicación, según el propio fiscal estatal Gerardo Octavio Solís Gómez.

Ese tipo de operativos secretos los suele realizar la federación sin avisar a las autoridades locales debido a la desconfianza por colusión con el crimen organizado que permea en las policías municipales, en la estatal y en la Fiscalía del Estado.

Esa infiltración de la delincuencia organizada a través de agentes de seguridad y justicia es algo que han admitido Solís y el propio gobernador Enrique Alfaro Ramírez, sin que se note un esfuerzo por depurar a las corporaciones. Cuando los agentes de la Fiscalía cometieron levantones múltiples el 5 de junio de 2020, Alfaro y Solís coincidieron en que fue debido a una intervención de la delincuencia organizada y jamás accedieron a aceptar que hubieran estado informados de ese operativo, pese a que hubo múltiples testimonios al interior de la Fiscalía que aseguraban que no solo estuvieron enterados, sino que las órdenes vinieron de muy arriba.

En todo caso, es impactante que la versión oficial haya sido que el crimen organizado ordenó esos levantones para desestabilizar al estado. Y de ahí se derivó una serie de mesas de trabajo del gobierno, la academia y la sociedad civil para hablar del problema de raíz, de la inseguridad generalizada y del papel de las Policías municipales y estatal débiles, proclives a la corrupción expresada desde omisiones en su labor cotidiana hasta intervenciones a favor de criminales.

De esas mesas surgió una serie de rutas de acción a corto y a largo plazo que apenas están empezando a andar. Por ejemplo, la creación de un sistema de carrera policial en la Policía estatal, que ya tuvo su primera convocatoria para ascensos por concurso. La idea es terminar con los ascensos por compadrazgos, favores sexuales y sobornos que existían antes. Un aliciente para que los policías se comprometan con el servicio público y tengan confianza en que sus méritos darán frutos.

También se organizó una serie de diálogos para que los policías veteranos narraran sus experiencias en el servicio, hacer una colección de memorias y reconocer sus trayectorias. Son pequeños pasos de un proyecto de largo aliento.

Pero no han cambiado aspectos cruciales para depurar a la policía. Los métodos de evaluación de control y confianza se mantienen bajo el modelo tan cuestionado que estableció la federación hace años, cuyos resultados no evidencian una mejoría en la calidad policial. El modelo federal es obligatorio, pero ello no significa que el Estado no pueda implementar sus propios controles, más rigurosos y metódicos. Quizás así la Federación dejaría de tener tanto recelo de los cuerpos de seguridad locales y se podría trabajar en una verdadera coordinación interinstitucional, más allá del discurso vacío que los funcionarios dicen en cada operativo.

Porque la localización de los marinos no fue ningún mérito institucional. Si lograron llevarse plagiadas a las víctimas desde Zapopan hasta Puerto Vallarta, son cientos de kilómetros sin controles adecuados, sin datos concluyentes para rastrear a los plagiarios. De manera que su liberación es un mensaje de triunfo de la delincuencia.

Twitter: @levario_j

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