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Alfaro, peligro para México

El mítico Henry Miller escribió en su Trópico de Cáncer que “se sentía libre y encadenado a un tiempo: como se siente uno justo antes de las elecciones, cuando han nombrado candidatos a todos los granujas y te instan a votar al hombre idóneo”. 

El polémico escritor estadounidense nos recuerda en su icónico soliloquio lo lejano que estamos de la clase política que nos gobierna, sin importar partidos o fueros. 

Hoy se discute, como nunca antes, la posibilidad de que Enrique Alfaro Ramírez sea candidato a la Presidencia de México. La historia no lo favorece. El último mandatario de nuestro país nacido en estas tierras fue el chacal de Victoriano Huerta, el conspirador de la Decena Trágica. 

Tras pasar casi inadvertido en un sondeo que realizó Grupo Reforma, Alfaro, fiel a su costumbre, acudió a una entrevista con medios fuera de Jalisco, en este caso con David Marcial Pérez de El País México para asegurar: “Puedo decir es que estoy absolutamente claro de que no voy a faltar a mi responsabilidad política con este país. Sé que me va a tocar jugar un rol. Y si ese rol es el de ser candidato, pues creo estar más que preparado para hacerlo”. 

He visto y leído dichos del gobernador que han transitado de afirmar que no tenía aspiraciones a esto: a una declaración de intenciones a la grande. 

Pero ¿tiene posibilidades reales? Tiene muchas chances de ser candidato por Movimiento Ciudadano. Suma que mantiene ciertas simpatías con el panismo y el conservadurismo nacional. De ahí a ganar la Presidencia, flaquea. Hasta ahora. 

La parte positiva de su perfil es que es relativamente joven, cercano al empresariado, directo en sus afirmaciones (a contrapelo de AMLO que vuela y vuela), ha logrado marcar diferencias con el presidente y es uno de los enemigos políticos de Morena, que visto lo visto en la elección intermedia, le puede sumar votos. 

Lo malo es su gestión en Jalisco. Su perfil bronco, su pésima relación con el periodismo crítico (en esto coincide con López Obrador), su falta de resultados en casi todos los rubros, su imagen regional, la obsesiva necesidad de culpar a quien sea por sus pifias y omisiones. Pero ante todo, y sobre todo, los infames resultados en materia de inseguridad (desaparecidos, homicidios). 

Acudo a los últimos 15 días en los que NTR y El Financiero han recabado titulares que lo desnudan: “El gobierno de Enrique Alfaro aumenta 26% burocracia ‘dorada’”, “Alfaro dispara en 60% la deuda de Jalisco”, “En Jalisco apuestan a la reactivación… de empresas favoritas”, “Nómina de Alfaro, más cara que 15 dependencias”, “Exige CNDH a Alfaro que se disculpe con manifestantes”, “Derrocha Alfaro 25 mil mdp en pagos a empresas”, “Una más de Alfaro: gasta más en rentar que si comprara”, “Rumbo al fracaso, consulta del pacto” y la contundente: “Se acumulan mentiras en el gobierno de Alfaro”. 

Insisto: tales notas sólo son de las últimas dos semanas. Habría un kilométrico etcétera si recordamos diversas investigaciones que han publicado los medios críticos durante sus tres años de gestión: A toda máquina, la manifestación por Giovani, el caos forense, la Villa Panamericana, sus empresas favoritas de comunicación, Iconia, el fondo Covid, la parsimonia de las investigaciones del asesinato de Aristóteles y ahí me detengo porque podría seguir y seguir. 

Quienes lo hemos padecido sabemos que su carácter irascible es también un peligro para México. Así, sin más. 

El Diccionario de uso del español de María Moliner define granuja como “persona que, por hábito, engaña, comete fraudes”. Si es así, Henry Miller nos lo advirtió y hoy estaría “encadenado” ante la posibilidad de que Alfaro sea presidente. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I