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2022 

Apenas tiene unos días de iniciado 2022 y sus perspectivas no son buenas. Durante todo 2021 se esperó que se consolidara la recuperación económica del país después de haber sufrido los estragos de la pandemia. Sin embargo, dicho rebote espectacular que traería la apertura a la normalidad se echó a perder. 

Desde marzo del año pasado, la economía mexicana dejó de crecer con fuerza; es más, dejó de crecer en absoluto. Entró en una fase de estancamiento que se extendió durante todo el año. Ocho meses hasta noviembre. 

Lo peor es que, así como cerramos 2021, arrancamos 2022. Simplemente no pasa nada. La inversión no crece, el empleo no aumenta lo suficiente, el consumo no sube y el dinamismo de sectores muy importantes como el comercial o el de servicios siguen por debajo de los niveles previos a la pandemia. 

El empleo formal, si bien es cierto que ha aumentado, no ha logrado recuperar los niveles que se supone que deberíamos de tener si hubiéramos mantenido la tendencia económica que traíamos antes de 2019. 

2022 también marca el inicio de la segunda mitad del presente sexenio; el presidente ya no podrá fácilmente impulsar su agenda “transformadora” ni podrá seguir cambiando la Constitución. 

El resto de lo que le queda al gobierno será de solo administrar el estancamiento económico, las presiones crecientes en el gasto y manejar la sucesión presidencial de 2024. La política transformadora de AMLO ya se terminó. 

El crecimiento económico este año será menor del esperado. Mientras que en Hacienda hacen cuentas alegres esperando que la economía se expanda más de 4 por ciento, fuera del país no ven cómo pudiera crecer más allá de 3. Internamente, para quienes nos dedicamos a esto de forma independiente, si la economía creciera 2 por ciento sería todo un logro. 

México ya no crecerá en su economía, simplemente porque este gobierno no tiene un plan o interés en que así suceda. De tenerlo, pondría todos los medios para que se concretara el despertar de los motores económicos actualmente apagados. No hay nada. Porque al presidente no le interesa. 

La administración pública se reduce a cuidar el desarrollo y la construcción de las tres o cuatro obras preferidas del presidente, cuidar que no se caiga la recaudación, y por eso usted verá cómo el SAT se pone cada vez más agresivo con los contribuyentes y la grilla y el tema electoral. 

Eso es “gobernar” en los estándares de López Obrador. Un puñado de obras sin vigilancia, sin estudios de viabilidad, transferirle dinero a carretadas para que no deje de funcionar Pemex y dedicarse a la grilla de buscar por todos los medios, que su candidata se posicione y gane las elecciones de 2024. 

Por eso ya no habrá crecimiento económico en México, más allá del inercial que tenemos por el aumento poblacional y porque hay algunos sectores económicos que dependen de la demanda de los extranjeros, como el turismo, las exportaciones o las remesas. 

Qué contradictorio que el supuesto presidente más nacionalista haya terminado debilitando tanto a la economía interna que hoy México depende mucho más de la economía de Estados Unidos de lo que dependía antes de 2019. 

Que tenga usted y su familia un buen 2022. 

*Economista, profesor en la Universidad Panamericana en Guadalajara

Twitter: @Israel_Macias

jl/I