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Depresión: pandemia del siglo XXI 

 Ayer, 13 de enero, se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. 

De acuerdo a la OMS, la depresión es una enfermedad que afecta al 3.8% de la población mundial (poco más de 300 millones de personas), de ellas un 5% de adultas y un 5.7% de adultas mayores; que generalmente y por muchas razones, afecta más a las mujeres que a los hombres; que puede causar gran sufrimiento a las personas afectadas y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares; que más del 75% de las personas afectadas en los países de ingresos bajos y medianos no recibe tratamiento alguno y que en el peor de los casos puede llevar a la persona al suicidio. 

 En un episodio depresivo, la persona experimenta tristeza, irritabilidad, sensación de vacío. Hay pérdida del disfrute o del interés en las actividades que cotidianamente desarrolla, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones en el dormir, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía. 

Ante este gran problema de salud pública, se han desarrollado eficaces alternativas para su prevención y tratamiento: farmacoterapia, psicoterapia, psicoeducación, socioterapia, ergoterapia y biblioterapia. 

Ahora bien, la misma OMS ha reconocido que dos grandes problemas para que las personas puedan ser atendidas son: uno, que las personas deprimidas decidan solicitar la atención y dos, que, si deciden solicitar atención sobre todo las personas con recursos económicos limitados, encuentren servicios públicos de salud mental accesibles y de calidad.   

Lamentablemente, mientras que en países como España recientemente sus autoridades han decidido invertir 100 millones de euros y así fortalecer y ampliar los servicios públicos de salud mental, en México y a pesar de los graves problemas de salud mental generados por la pandemia de la Covid que han recrudecido la problemática de salud mental de las y los mexicanos, el gobierno federal ha recortado recursos económicos a la atención a la salud y así seguiremos contando con servicios públicos de salud mental insuficientes, de baja calidad y excluyentes.

¡Porque la salud mental también es nuestro derecho! 

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