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Periodismo, horas oscuras

Ante el asesinato de periodistas, frente a la amenaza implícita o explícita del poder contra quienes ejercen este oficio, con la precarización de los reporteros y las flaquezas de las empresas mediáticas ante las irrenunciables redes, a pesar de las regulaciones legales absurdas que pretenden atajar el viento, ante eso y más, la noticia es que el periodismo es fundamental para todos, ahora más que nunca. 

Los que nos dedicamos al periodismo vivimos años en que “el oficio más hermoso del mundo” transita entre nubarrones. Las amenazas son vitales y diversas. 

En lo que va de este año han asesinado a tres periodistas en México. El caso de Lourdes Maldonado es paradójico porque pidió la protección presidencial ante las amenazas a su vida y aun así fue asesinada. 

México es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Es arriesgado debido a la violencia estructural en que vivimos, pero también por la desgarradora impunidad: la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión inició 3 mil 419 investigaciones por agresiones a periodistas desde 2010. De este universo se han logrado sentencias contra los responsables en tan sólo 28 casos: 0.8 por ciento. 

No se mata la verdad asesinando a un periodista. Lo que sucede es que ante cada voz crítica que desaparece, se mina la democracia y el temor se mete en la sangre de las redacciones. Todos perdemos. 

En Jalisco tenemos una relación tensa ante las malas maneras de Enrique Alfaro. Sus formas en contra de los medios que revelan fallas o corrupción en su gobierno han merecido toda clase de descalificaciones, inclusive ofensas. 

NTR, protagonista de varios desencuentros, publicó ayer en su nota principal: “Alfaro ve amenaza en la prensa crítica”. Destacados periodistas desmenuzaron la violencia verbal implícita en varias de las declaraciones del mandatario y en la política de confrontación explícita orquestada por las oficinas de comunicación del gobierno de Jalisco. 

Por otro lado, hoy más que nunca existen falencias en el trabajo periodístico. Las circunstancias del mercado han cambiado y todos estamos intentando cuadrar el círculo de equilibrar entre la cobertura oportuna de los sucesos, las investigaciones propias que revelan triquiñuelas, las concesiones comerciales y la incansable velocidad de las volubles redes. En medio de eso, las empresas informativas han pasado por inmensos obstáculos financieros y eso ha traído despidos masivos. 

Al existir menos plazas de trabajo se multiplica el mismo. Todo ello en un entorno salarial cada vez más magro. Esto también es un peligro para la democracia porque silencia esas voces. Conozco a decenas de compañeros que han cambiado su labor porque el periodismo es simplemente inviable. 

Luego se encuentra la absurda directriz de la primera sala de la Suprema Corte en que los noticieros de televisión y radio deben distinguir la opinión de las noticias. La iniciativa es tan básica que provoca pena ajena de no ser porque el ministro González Alcántara la tomó en serio. 

Querer hacer esa separación es una discusión superada hace décadas en el mundo. ¿Qué sigue? ¿Pedir que se justifique cada uno de los titulares o la redacción de una nota o su jerarquización? En los impresos no es un tema tan delicado porque está clara la diferencia, pero hay contenidos como las columnas de trascendidos que están en el cadalso. 

Visto lo visto, los retos para ejercer el periodismo actualmente son monumentales. Sin embargo, desde la trinchera veo el compromiso, la tenacidad y el gran talento de los reporteros que día a día hacen de este país uno mejor, aunque se les vaya la vida en ello, literalmente. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I