INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

El mundo feliz de Alfaro

Todos deberíamos de recordar a Aldous Huxley cada que despotrica el gobernador. 

Tras las declaraciones de Enrique Alfaro Ramírez de ayer me acordé de ese pedazo de novela que leí muy joven: Brave New World (que en español titularon poéticamente como Un mundo feliz). 

Recordé la historia de un “salvaje” de una reserva que visita un mundo en que la pobreza y la guerra han sido erradicadas, gracias a una sociedad de castas en el que se sacrifica la libertad por una aparente felicidad. Ese colectivo tecnificado eliminó todo tipo de disidencia producida por la diversidad cultural y de pensamiento, el arte, la filosofía y hasta el amor. Claro, con un poquito de soma (droga) para relajar los músculos y el acondicionamiento metódico. 

Al final, en la visión del salvaje John y del lector que acompaña esta aventura distópica se encuentra el callejón de la polarización: “Optar entre la anarquía y el gobierno totalitario”, escribió Huxley en su Nueva visita a un mundo feliz. 

El británico visionario, como otros grandes escritores clásicos, se adelanta con suma precisión a los hechos. 

Esto viene por la forma en que el gobernador ataja públicamente los problemas que enfrenta. El fin de semana se supo de la angustiosa desaparición y luego asesinato del menor Eduardo Salomón Puertos Gaytán. 

El chico de 16 años habría sido confundido por sicarios del crimen organizado. Nos llenó de rabia leer como el heroico adolescente escondió a sus dos hermanos menores en el baño y llamó por teléfono a su papá para pedir ayuda. Esta no llegó a tiempo. 

Su padre narró: “Me come el corazón porque no dejo de escuchar: ‘Ayúdame, papá’. Ha de estar con muchísimo miedo. Sabe que no hizo nada malo, sabe que cuidó a sus hermanos por el solo hecho que les dijo que se metieran al baño. Prefirió ser él”. 

Finalmente, la tarde del domingo, la Fiscalía del Estado informó que Eduardo fue encontrado sin vida en el interior de una finca en Tlajomulco. Por cierto, ubicada a unos metros de unas instalaciones municipales y de una sede de la propia fiscalía. 

La gran mayoría de medios de comunicación y opinadores hablaron sobre este hecho que indignó a la sociedad. Todavía más: la cimbró. 

Como muestra de su sensibilidad, Alfaro sale ayer por la mañana en sus redes sociales para afirmar que “el gobierno de Jalisco y la Fiscalía del Estado no nos vamos a distraer con los señalamientos, las descalificaciones de quienes usan de manera verdaderamente vergonzante los temas que lastiman al estado para golpear políticamente”. 

Todos somos dueños de nuestras palabras y éstas le costarán caro al gobernador, tarde o temprano. 

Es incomprensible cómo funciona su mente polarizada. La sociedad que le ofreció su confianza hoy, una vez más, está aterrorizada y profundamente deprimida por este fenómeno cada día más común. Un adolescente que estaba dentro de su casa cuidando a sus hermanitos es arrancado de esta seguridad y es terriblemente asesinado. 

Redacto con dolor pensando en mi hijo y en que ningún sitio de esta ciudad va a estar seguro. 

Pero, en cambio, más allá de toda sensibilidad, Alfaro vuelve a denostar porque interpreta que la indignación sólo es una forma más del golpeteo político. De nuevo, mil veces se repite: no entiende que no entiende. 

Su pensamiento único y visceral no admite otras ideas. ¿Acaso no es esta la forma de actuar de un totalitario corrompido por su vanidad como el mundo descrito por Huxley en Un mundo feliz? 

“Las palabras pueden ser como los rayos X si se emplean adecuadamente: pasan a través de todo. Las lees y te traspasan”, escribió Aldous. 

Esas fueron las cínicas palabras de Alfaro y así será recordado: “Golpear políticamente” por sentirse con miedo frío bajo su guardia. 

La del estribo va para Zul. Buen viaje estimado juglar. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I