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Bagatelas 

A veces quiero creer que nuestros representantes, nuestras autoridades tienen averiada la brújula de lo importante, y en realidad no actúan calculadores o fríos. Que no lo hacen con dolo, pues, y que sus omisiones o desdenes son sólo fruto de las circunstancias, del tiempo en su agenda, de la torpeza de algún subalterno, y no una desconexión de las realidades por las que atraviesan (atravesamos), día a día, sus gobernados, sus representados. 

Pero luego estas personas, por las que votamos o no, pero que al final recibieron un encargo por mayoría de sufragios, se esfuerzan una y otra vez con sus dichos, sus hechos o sus omisiones en demostrar que ese pensamiento muy mío es pura ingenuidad. 

Los ejemplos son variados, pero ahora quisiera detallar uno. 

Apenas este martes, colectivos y familias de personas desaparecidas se manifestaron en las calles de la ciudad. Como ya es una triste costumbre, se reunieron en la rebautizada Glorieta de las y los Desaparecidos, en el cruce de Chapultepec Sur y Niños Héroes, para luego emprender su caminar hasta el palacio de gobierno, en donde despacha Enrique Alfaro Ramírez desde finales de 2018. 

La movilización de este martes tuvo un matiz diferente, pues el fin de semana previo un adolescente, Eduardo Salomón, fue sacado de su casa por gente armada, para luego ser asesinado. Eduardo alcanzó a esconder a sus hermanos y a llamar a su papá para avisar de lo que ocurría. 

(Por cierto, las autoridades no pudieron darle seguridad antes de ser privado de su libertad y no pudieron hallarlo antes de que muriera, así que espero que al menos les hagan justicia a él y a su familia). 

Las familias de desaparecidos se encontraron el palacio de gobierno rodeado con vallas. Este ha sido el protocolo desde hace un par de años. Vallas y silencio. 

Y mientras esto ocurría en el Centro de la ciudad, a escasos 4 kilómetros y medio, en el Estadio Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro encabezaba la presentación de la Copa Jalisco 2022, un torneo amateur en el que participan equipos de todos los municipios del estado. 

Prácticamente en ese mismo momento, en el edificio sede del Poder Legislativo, a 260 metros del palacio de gobierno envallado, los diputados locales le entregaban un reconocimiento al actual campeón del futbol mexicano, el Atlas. Recibían con manteles largos y tarimas a jugadores y directivos. Las fotos, los autógrafos, las pláticas animadas no se hacían esperar. Legisladores, ellos y ellas por igual, aprovecharon sus redes sociales para compartir la selfi con alguno de los deportistas o con el trofeo de campeón. 

Ese martes, mientras el futbol era el punto medular para quienes nos representan y gobiernan, la Plaza de Armas se llenó de carteles con fotos de personas cuyas familias las siguen buscando sin importar los años que pasen; con botecitos de gel antibacterial y dulces con la cara de un desaparecido pegada en él, repartidos entre los peatones, y con un pliego petitorio entregado a una comisión de representantes del gobierno estatal. 

Y así como éste, sobran los ejemplos de las puertas cerradas, las vallas, las respuestas a distancia, las comisiones de representantes para unos, y las puertas abiertas, los reflectores, y los saludos y abrazos para otros. 

Me aterra pensar que vivimos bajo el yugo de la superficialidad, de la imagen calculada al punto de lo enfermizo, de los discursos “de frente”, pero que en realidad son grabados, dichos y transmitidos desde delante de una cámara de video profesional o un teléfono de gama alta; tan alejados de la empatía, del diálogo, del entendimiento de la realidad del otro, aunque no sea igual a la propia… 

Sin misericordia. 

Twitter: @perlavelasco

jl/I