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La réplica o debate desde el poder

Como pocas veces, el tema de la libertad o los espacios de expresión ha tenido tantos elementos para revisar en un inicio de año como pasa ahora en la actualidad. Los endémicos ataques a periodistas y a la prensa tienen actores identificados a lo largo del tiempo, sin embargo, en pocas ocasiones de manera frontal se habían generado encuentros como los que en este inicio de año se han experimentado directamente con el Poder Ejecutivo.

Entre los argumentos que se han generado a lo largo de la presente administración respecto a la relación gobierno-prensa que, salvo algunos pocos casos de medios, es en la prensa que se generan ataques a la administración. Esa perspectiva contiene un elemento muy interesante porque en el caso de la prensa no hay elementos de ataque, sino de información y análisis.

El trabajo de investigación y de desarrollo de temas no constituyen un ataque a la prensa, sino una visión y perspectiva de cómo se perciben las acciones de las políticas públicas por los efectos que generan en la ciudadanía, entidad representada por el gobierno. Con esos argumentos gubernamentales queda clara la dificultad de diferenciar a un jefe del Poder Ejecutivo, es decir, del mando general de la administración pública con la de un líder de partido, y entender a la administración pública como la conducción de un partido político.

El juego entre los partidos, efectivamente, implica un espacio importante de percepción en el que, en el debate entre partidos, entre líderes y actores de los partidos, se implica de manera central un juego de claridad y congruencia con los elementos con los que ideológicamente compiten los actores políticos. Hay ahí una diferencia sustancial respecto de la organización de las políticas públicas que, por el sustento representativo, demandan una observación social, puntual y extendida porque no se trata de lineamientos ideológicos, sino de la administración y acción pública representativa. El análisis de la administración pública pasa por una revisión constante, permanente, por parte de la ciudadanía y la prensa; constituye el factor de mediación que permite estructurar, en líneas de interés de los ciudadanos una revisión e información sobre el acontecimiento público.

De esa forma, cuando en las esferas del poder se señala que en la actual confrontación se trata de un derecho de réplica, como se establece en la dimensión de la prensa, definitivamente hay un uso de los conceptos que implican una forma de responder a lo que sucede en el medio, pero cuando se realiza a través de todo el instrumental de que el Estado dispone, entonces no se trata de réplica, por que ésta se entendería como una participación en el juego de las ideas que se desarrolla en los propios medios. Precisamente ahí es donde se entiende el derecho de réplica. Sin embargo, cuando se responde con una acometida violenta como la del gobernador de Veracruz sobre una reportera que solamente preguntaba, entonces no se trata de réplica y tampoco de debate con los medios. O aún, la utilización de datos personales de un periodista por parte del mismo titular del Ejecutivo federal, rompiendo todas las reglas de la secrecía de datos personales a los que constitucionalmente tenemos derecho y protección, entonces no se trata de debate ni de réplica, sino de una instrumentación de poder que limita el ámbito de acción de la información.

El incremento de belicosidad hacia la prensa y los periodistas, ya lo hemos comentado en este espacio, debe encontrar un claro punto de diálogo. Se debe comenzar por el hecho de que la auscultación sobre la acción pública es un derecho social y humano que tiene la ciudadanía sobre las estructuras de gobierno, y la prensa desempeña un papel social fundamental en la obtención de la información que la ciudadanía requiere; por lo menos, así se entiende en un sistema democrático.

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