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Día de la Justicia Social

Es necesario evocar que el 20 de febrero de 2019, día de la justicia social, fue asesinado el agricultor orgánico y comunicador náhuatl Samir Flores Soberanes, fundador de la estación de radio Amiltzinko en la comunidad Temoac, Morelos. Tenía 35 años de edad.

Samir Flores era miembro del Congreso Nacional Indígena y opositor al funcionamiento de la termoeléctrica de Huexca, municipio de Yecapixtla, para evitar el despojo del cauce del río Cuautla, río que es propiedad comunitaria del municipio de Ayala.

El 26 de noviembre de 2007 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 20 de febrero de cada año Día Mundial de la Justicia Social. Sin duda, a la justicia social en México aún le falta una larga andadura.

La celebración de este día busca apoyar la labor de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo bien remunerado, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos.

La ONU reconoce que el desarrollo social y la justicia social son indispensables para el mantenimiento de la paz y la seguridad en las naciones y entre ellas, y que, a su vez, el desarrollo social y la justicia social no pueden alcanzarse si no se respetan todos los derechos humanos y las libertades fundamentales en cualquier país.

Desde de los años 60, el tema de la justicia social irrumpió en la vida de muchos jóvenes universitarios, hubo descubrimientos a través de la inserción, de las investigaciones, del tratar de trabajar con los pobres que produjeron una ruptura...

Algunas universidades e instituciones religiosas dieron los primeros pasos en insertarse en la corriente histórica de liberación de los países, pues encontraron ideales y proyectos que no nacían de lo cristiano ni de lo ético.

La vivencia de la injusticia y la opresión del pobre y el entusiasmo por proyectos alternativos de sociedad alimentó la utopía de la transformación.

En sectores religiosos y de iglesia se dio una nueva teología, nueva espiritualidad que sufrieron cuestionamientos dolorosos.

En México se sintieron los efectos de la represión de un sistema que consideraba como subversiva una acción de fe a favor de los pobres y oprimidos, pues, como lo han hecho los jesuitas, contribuyeron a que los pobres “recuperen su palabra y sean protagonistas de su liberación”.

Muchos movimientos sociales en México se transformaron y se originaron a partir del movimiento del 68, con anhelos de cambio y democracia.

Después de la caída del muro de Berlín en 1989, la sensibilidad ante los problemas de la sociedad cambió. Surgieron nuevos retos para la justicia social: el cambio climático, la migración, las polarizaciones políticas y anhelos de una real democracia.

Se instaló el neoliberalismo como sistema económico, político y social, y muchos sectores advirtieron sobre las grietas para la sociedad que ocasionaría a las culturas, a los pobres y al medio ambiente.

Persisten aún las características de la sociedad que anhelamos, y las tareas concretas en el campo educativo, de salud, social y laboral que la ONU reconoce que están ausentes al crear la celebración del Día Mundial de la Justicia Social.

El papa Francisco, en un mensaje a los jueces y a los sistemas de justicia les anuncia que los que luchan por la justicia social son poetas:

“El poeta necesita contemplar, pensar, entender la música de la realidad y plasmarla en palabras. Ustedes en cada decisión, en cada sentencia, están frente a la feliz posibilidad de hacer poesía: una poesía que cure las heridas de los pobres, que integre el planeta, que proteja a la madre tierra y toda su descendencia. Una poesía que repare, redima y nutra”.

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