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Combatir el fanatismo

El fanático es un enfermo psiquiátrico que la sociedad trágicamente justifica e incluso alienta. Fanatismo es la manifestación exagerada, irracional, desmedida, enferma de una actividad. El 5 de marzo, fanáticos de los equipos de futbol Querétaro y Atlas se golpearon bestialmente hasta dejarse inconscientes, desnudos, desangrándose; escenas apocalípticas de hombres brincando sobre la cabeza de un cuerpo inerte buscando su muerte. 

Nos escandalizamos de lo que nosotros mismos provocamos y seguimos aplaudiendo desde 1996 cuando surgieron las barras traídas de Argentina, Brasil, Chile que imitaban ya a los hooligans europeos. Violentos pandilleros contratados para atraer más fanáticos a estadios y hacer vistosos cánticos a base de ofensas, burlas y amenazas, grupos de choque e intimidación. 

Lo mismo ocurre en religiones y sectas que logran la idolatría; gustamos aplaudir y reconocer a fieles que defienden a fe ciega sus dogmas falaces y persiguen a disidentes, condenando en vida a castigos eternos o los asesinan, queman o hacen estallar con bombas y atentados provocando conflictos bélicos, ejecuciones públicas, holocaustos y terrorismo. Manifestar la fe con eventos sociales que exacerben, es un fanatismo religioso. 

La ceguera y manifestación irracional por un gusto o creencia es una enfermedad mental que debemos prevenir en nuestros hogares, escuelas, sociedad. No solo debieran prohibirse las barras en el futbol, sino toda manifestación que ponga en peligro la ética y la vida del ser humano por manifestar apasionada, loca y desproporcionalmente una inclinación defendiendo acérrimamente cualquier contrariedad. 

Es un enfermo mental que padece de neurosis quien sustituye su conciencia por una obsesión, un delirio con acciones compulsivas que llevan a negarse a la verdad, al conocimiento, al razonamiento inteligente y por ello es que la intransigencia y la ignorancia son tierra fértil para sembrar el fanatismo. 

Es un deber educar en la inteligencia, el conocimiento, el razonamiento, el respeto a la diversidad de pensamiento, creencia y formas de vida. Es una obligación de los formadores educar a nuestros hijos y a la sociedad en la consideración del ser humano y de la naturaleza en general para evitar masacres, limpiezas étnicas, guerras; hacer un talante universal, familiar, escolar el aceptar las diferencias, ir contra el adoctrinamiento o maniqueísmo que niegue la posibilidad de análisis y aceptación respetuosa de la diversidad. 

Los actos de violencia que estamos viviendo en nuestra patria y en distintos países son consecuencia de nuestro alentador estilo de crear fanáticos, alentarlos, premiarlos, llamarles héroes, mártires, inmolados, supliciados, víctimas a quienes mueren por una idea, creencia, afición que no tiene sentido ni racionalidad. No fomentemos ningún tipo de fanatismo ni lo permitamos en nuestra sociedad. Tan culpable son los fanáticos como los líderes de cualquier movimiento que lo provocan bajo la ignorancia para obtener beneficios propios. El caso en Querétaro no es aislado ni único en el deporte. Analicemos si no estamos provocando fanatismos en nuestros hogares, nuestras escuelas, nuestra sociedad. 

jl/I