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Lastres naranjas

Tras 10 años de presencia de Movimiento Ciudadano (MC) en la vida pública del estado, deja saldos muy similares a los partidos políticos tradicionales de los que reniega. 

Ese proyecto de “hombres y mujeres libres” que portaban un discurso antisistema “para no repetir la historia” no lograron pasar, ni cerca, el examen que significa gobernar. 

Todavía son una potencia electoral. Acuden sin pudor al modelo de culpar a los malos gobiernos anteriores y lincharlos verbalmente, pero sin atacar de fondo las cañerías del sistema. 

Son una máquina electoral bien aceitada con un comodín extraordinario: Andrés Manuel López Obrador. Me extiendo: cuando las campañas no levantan, logran vincularse al discurso antiAMLO que cuenta con extensos sectores poblacionales. Acuden al viejo y confiable voto del miedo. 

Es lo mismo que hacía Enrique Alfaro cada vez que Aristóteles Sandoval decía o proponía algo. Lo dinamitaba. 

Los naranjas seguirán la ruta de la consolidación nacional. Jalisco, bastión de la agrupación política, fue sede del festejo de su primera década el fin de semana pasado. 

Ahí, el gobernador aceptó en su discurso que los primeros años de MC dependía de una sola persona: él. Se convirtió, franqueado por sus resultados electorales, en el cacique naranja. El sábado les pidió cobrar una vida institucional. 

A la manera del viejo PRI, el discurso asfaltó la idea de hacerse mayores. Un partido adulto necesita tener aspiraciones reales a la Presidencia. Como repite la historia, eso implica concesiones de todo tipo. 

Reforzar la vida institucional involucra aprovechar todas las ideologías, todas las herramientas, todos los perfiles necesarios para hacerse del poder. Aunque tienen los perfiles, paradójicamente no son de Jalisco. 

Alfaro, a pesar de los guiños de su propio equipo que le rogaba “¡presidente, presidente!”, pidió un diálogo general por encima de un interés individual. Es decir, aceptó la idea que un buque tanque con un buen apellido tiene mucha mejor chance de ocupar la silla presidencial que su personalísimo estilo de gobernar. 

Hoy el movimiento naranja está paralizado soportando la figura huérfana de Luis Donaldo Colosio Riojas. El sábado, el mandatario jalisciense fue muy claro: pidió a sus huestes que se concentren en hacer gobierno. 

Es más práctico y tiene mejores rendimientos construir una candidatura alrededor del hijo de un mártir de la política mexicana, de un personaje que tiene el ímpetu de la juventud y el nombre correcto. Ahora estará acunado por los estados más poderosos fuera de la capital del país. 

Enrique Alfaro y Samuel García entendieron que más allá de los bots y la fuerza artificiosa de las redes sociales, el contenido histórico suma poderosamente. 

López Obrador es un ejemplo. Un luchador social que transitó cínicamente por todos los partidos hasta que generó tal integración social alrededor suyo que decidió convertirse en el centro de ese universo. Luego hizo implosión creando su propio partido político. El tiempo y su terquedad le dieron el premio que buscaba: la Presidencia. 

Colosio Riojas simboliza el proyecto abruptamente cortado de su padre. También aspira a representar la vía de la socialdemocracia… una idea que no terminó nunca de llegar a México. 

Sin embargo, estos 10 años de MC han dejado saldos muy dolorosos: corrupción, violencia, miles de desaparecidos y falta de gobierno en regiones enteras de Jalisco. Han confirmado ser hijos de sus padres políticos (PRI, PAN y PRD) y heredar sus peores formas. 

El lastre de gobernar Jalisco y Nuevo León puede pasar una factura demasiado grande a Luis Donaldo. MC festejó su primera década cegado por la borrachera de su soberbia. No logran advertir que sus yerros pesan más que sus aciertos. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I