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Desaparecidos(as): ¿Los desaparecen? ¡Los visibilizamos!

Una de las acciones relevantes y legítimas que están emprendiendo colectivos de familias con desaparecidos es visibilizar a las víctimas. Tienen derecho a reivindicar la memoria de las personas desaparecidas, a que se les localice con todo el poder del Estado, a darlas a conocer con nombre y rostro como expresión comunicacional de que no se ha hecho justicia, a que cada memorial recuerde que cualquiera puede ser privado de la libertad cuando no es real la aplicación de las leyes, como sucede en Jalisco y el país. El ejemplo es que rebasamos los 100 mil desaparecidos. Padecemos una crisis humanitaria. 

En Guadalajara, colectivos y familias hicieron de la Glorieta de los Niños Héroes, a la que rebautizaron como Glorieta de las y los Desaparecidos, un memorial público. Ahí colocaron fotografías y mantas con los rostros de sus seres queridos, y con dignidad y honor han defendido ese espacio. 

Ahora, la nueva lucha es para renombrar a la Glorieta de la Palma, en la Ciudad de México, como Glorieta de las y los Desaparecidos. Apenas colocaron imágenes de los desaparecidos, autoridades capitalinas las retiraron. Hasta temprana hora, nadie había dado la cara o asumido ayer su responsabilidad en tan desafortunada e insensible decisión. Las vallas colocadas sirvieron para este domingo colocar en ese antimonumento, de nuevo, fotos, carteles y mensajes de los desaparecidos. A los desaparecidos, reaparecerlos. 

Lo anterior ocurre luego del oportunista, falso e hipócrita uso que hizo el PAN el 2 de mayo al colocar un antimonumento por las víctimas de la Línea 12 del Metro. Se trató de una farsa, de una estratagema de propaganda política en busca de votos, de pleitos por el poder, que banaliza esa medida, como denunciaron colectivos, en un país donde el panismo es uno de los responsables de la violencia.  

El Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos ha señalado cómo la generosa acción memorial de la Glorieta de las Palmas no responde a intereses políticos ni a agendas personales, sino que “busca mantener en la memoria de la sociedad en su conjunto el grave problema de las personas desaparecidas en el país” y que ese espacio público “pueda contribuir a la construcción de acciones que pongan freno al inaceptable incremento de este fenómeno”. 

Si las fiscalías son ineficientes, están rebasadas, carecen de suficientes elementos, capacitación o tecnología, las imágenes de los desaparecidos están ahí para recordarles que no han cumplido su labor los fiscales, ministerios públicos y agentes que investigan los casos. 

Si los alcaldes, gobernadores y presidente relativizan el drama de los desaparecidos, no son prioridad en su agenda, destinan insuficientes recursos para fortalecer las búsquedas o no escuchan a los colectivos, los rostros de los desaparecidos permanecerán ahí clamando justicia. 

Si los autores intelectuales y materiales de las desapariciones consideran que para olvidar a sus víctimas basta con asesinarlas, enterrarlas en fosas clandestinas, despedazarlas o desintegrarlas, los lugares en que se exhiban las imágenes de los desaparecidos será un reclamo permanente, pacífico, de verdadera valentía, de que ni la violencia ni la crueldad son caminos. 

Si en el país la indiferencia social hacia las desapariciones es abrumadora, si el miedo paraliza e impide que sectores se involucren en el apoyo a las familias, si los diversos organismos e instituciones son timoratos o se consideran ajenos a las desapariciones, los espacios públicos convertidos en memoriales siempre serán un faro de alerta ante la tragedia nacional, un llamado a sumarse a poner un alto a tan atroz práctica delictiva, una invitación a convertir el dolor o el miedo en acciones, una vía para oxigenar la paz en México. 

Twitter: @SergioRenedDios

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