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Quinto Patio

Casa Jalisco es no es la casa de las familias con desaparecidos. No es el lugar de escucha atenta, solidaria y respetuosa de quienes sufren porque un hijo o una hija, un hermano o hermana, un padre o madre fue arrebatado por alguno de los grupos que pisotean las leyes, destrozan la dignidad humana y destruyen la tranquilidad de las familias y la sociedad. No es el espacio en que se atiende y de inmediato, se informa, se apoya, se movilizan las autoridades para buscar a las víctimas. No es un sitio confiable si se buscan respuestas con soluciones. Desde Casa Jalisco se observa el dolor de los manifestantes en la calle; desde la calle solo se aprecian los fríos muros de la residencia.

Ayer, cientos de familiares, amigos y compañeros del estudiante de la UdeG Miguel Alejandro Soto Martín demandaron que la Fiscalía para Personas Desaparecidas lo localice con vida, tras ser sacado de su casa el 15 de septiembre por un grupo armado. La madre del joven suplicó que le ayuden a encontrar vivo a su hijo, que se lo devuelvan. Su voz es la de miles de madres jaliscienses. Pero nadie se asomó. No fueran uniformados de futbol, porque entonces sí hay atención inmediata. Las puertas de Casa Jalisco están cerradas a las familias con desaparecidos.

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Los representantes de la farmacéutica RAAM se desaparecieron después de una reunión con pacientes renales que han tenido problemas por la mala calidad de sus medicamentos. Habían acudido en una actitud dizque de muy buena disposición para ayudarles, pero los dejaron chiflando en la loma. El reclamo de los pacientes es que en sus exámenes de laboratorio de control parece como si no estuvieran tomando nada y ya ha llevado al hospital a algunos, con el riesgo de que al menos uno de ellos rechace el riñón que tiene trasplantado.

Los representantes del laboratorio habían ofrecido cambiarles los medicamentos por otros de diferente lote, que sí sirviera, e incluso pagarles los gastos en los que hubieran incurrido por mandarse a hacer exámenes por fuera del IMSS, pero ya después de tres semanas no han vuelto a saber de ellos. Si ya de por sí es delicada la situación de los pacientes, con estos abandonos la pena aumenta. ¿Y las autoridades? Seguramente de vacaciones.

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Una de las promesas de gobernador Enrique Alfaro es que las escuelas iban a ser renovadas; incluso con este argumento consiguió el aval de los empresarios para aumentar el impuesto sobre la nómina, según esto para crear un fondo para arreglar escuelas. Pero ese dinero nomás no llega a escuelas que de verdad se están cayendo.

La escuela de Ixcatán, en Zapopan, es un claro ejemplo. Desde 2016 su barda perimetral quedó dañada por el sismo del 11 de mayo y las autoridades nomás no quieren invertirle. Con los sismos de esta semana las cosas empeoraron y la Secretaría de Educación sigue sin hacer compromisos. Los habitantes se preguntan, ¿van a esperar a que se caiga y genere una desgracia para ahora sí arreglarla? ¿O qué?

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Los jaliscienses todavía no espantábamos el susto del temblor del lunes cuando, ¡zas!, las placas tectónicas nos recetaron otro sismo perceptible. Aunque de menor intensidad, la sacudida de ayer también tuvo lo suyo en cuanto al temor que generó. Ahora, el pronóstico gacho es que cada vez que llegue el 19 de septiembre la memoria nos traerá el recuerdo de que posiblemente haya movimiento telúrico en puerta. Y que el día 20 toca una repasada a nuestros nervios.

Por eso bien dicen que el 19 debería ser el Día de San Goloteo. Y, de paso, recordemos que el municipio de Coalcomán, Michoacán, epicentro de los recientes sismos, colinda con Jalisco… con todo lo que eso representa… y el cus-cus que provoca…

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jl/I