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¡No más violencia sexual infantil!

Semana tras semana los medios de comunicación nos dan la triste noticia de que una vez más un inmoral sujeto fue detenido por violar a una niña, niño o adolescente. Este viene a ser uno más de los cientos de miles de vergonzosos y muy lamentables casos de violencia sexual que anualmente se suman en contra de las y los menores de edad.

De forma todavía más lamentable, la gran mayoría de estos delitos cometidos en contra de nuestros(as) pequeños(as) es ejecutada por personas muy cercanas a los menores (padre, hermano mayor, tío, amigo de la familia, maestro e, inclusive en algunos casos, el sacerdote de su templo) y nunca los miembros de la familia se dieron cuenta o, si se enteraron, jamás lo reconocieron porque no le creyeron al pequeño o porque esa situación les generó tal angustia que fue preferible negarla o minimizarla.

Hoy en día, considerando que en muchas ocasiones ambos padres trabajan y conviven poco con los pequeños, a pesar de que aman a sus hijos(as), no se están dando el espacio y el tiempo para desarrollar acciones para entrenarlos y así prevenir ese gran problema que puede marcarlos para el resto de sus vidas, o, lo que es verdaderamente dramático, no se están dando la oportunidad para detectar que también a sus hijos ya les sucedió esa infamia y que el día de mañana el agresor sexual infantil (del que nadie se enteró de su actuar) volverá a agredir al o la pequeña, tornando su vida en un infierno del que esperaría que sus seres queridos la o lo rescataran, pero que estos, por no tener tiempo, por no ser sensibles a los peligros que viven los menores y/o por no tener confianza en el o la pequeña, no lo hicieron.

La violencia sexual infantil es toda aquella situación en la que una persona adulta y una menor de edad interactúan de forma sexual, ya sea con tocamientos, con penetración o sin ella. Comprende tanto maltrato físico como psicológico y atenta contra la salud integral, los derechos de las niñas, niños y adolescentes y las normas de convivencia social.

Para prevenir este doloroso problema es fundamental dedicar más tiempo a la convivencia con los menores, fortalecer la comunicación con ellos y capacitarnos con los profesionales de la salud mental para conocer la dinámica de la agresión sexual infantil y las diversas alternativas que tenemos para prevenirlo.

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jl/I