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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Recuerdo con mucho pesar que cuando trabajaba como profesor con jóvenes realizábamos un ejercicio en las clases de psicología. En un grupo de aproximadamente 30 alumnas/os, semestre tras semestre, salían con mucho dolor narraciones principalmente de entre tres y cinco alumnas, aunque también de algunos alumnos. En ellas describían que cuando eran niñas/os o adolescentes sus propios padres, sus hermanos, sus tíos, sus primos, sus vecinos, los amigos de sus hermanos o, incluso, sus novios les habían agredido sexualmente.
Hoy, también por motivos profesionales, me sigo dando cuenta de que esta terrible realidad continua, pero hoy también queda claro cómo a muchas niñas, adolescentes y jóvenes las seducen y luego las amenazan con matarlas o a sus familiares para prostituirlas.
Generalmente es una experiencia sumamente traumática, que les afecta notoriamente en su vida cotidiana, les genera ansiedad, depresión, disfunciones sexuales, problemas en el dormir, inseguridad y/o mucho miedo de que les vuelva a ocurrir, entre otros efectos.
A algunas también les genera mucho enojo porque no pueden concebir como alguien que se supone que era de confianza, les violentó.
De lo que estoy seguro es que no son casos aislados, son más comunes de lo que uno pudiera pensar; son mínimas las denuncias y, por consiguiente, las sanciones para los agresores sexuales casi no hay.
Aunado a esto, es incomprensible como algunos familiares no les creen o simplemente lo niegan.
Pero, igual de grave, es que las autoridades no tengan como prioridad la prevención de las agresiones sexuales en menores y que los padres y madres en muchas ocasiones ni siquiera quieran pensar en ese problema, como si por no pensarlo, no fuera a suceder. Precisamente ese es uno de los retos de la prevención de problemas, que las personas piensen que eso no les va a suceder a ellas o a sus seres queridos.
Una de las responsabilidades de los padres de familia es proteger y cuidar la integridad física, psicológica y sexual de sus hijas/os y para hacerlo adecuada y oportunamente tienen que dedicar tiempo y esforzarse para capacitarse y actualizarse continuamente y luego cuidar consistentemente y entrenar a sus hijas/os para prevenir este y otros dolorosos problemas. Sé que muchas/os de ellas/os no tienen mucho tiempo por los trabajos, pero lo cierto es que no podemos dejar a nuestras/os niñas/os a su suerte y que, posiblemente, lleguen a convertirse en víctimas de la violencia sexual generada por personas criminales.
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jl/I