Dentro de las actividades de FIL Pensamiento, especialistas compartieron sus argumentos sobre la situación de la vivienda en Jalisco y México dentro del foro La ciudad en América Latina: crisis del hábitat en tiempos de plataformas y financiarización.
Máximo E. Jaramillo Molina, especialista en desigualdades, explicó que se debe entender la vivienda como un campo de conflicto de clases para así entender parte del fenómeno social que desencadena.
“Pensemos en la vivienda como un campo de conflicto de clases. Por un lado, tenemos fuerzas que entienden al territorio como un activo financiero y, por otro lado, a quienes lo habitan. Tenemos una clase poseedora de suelo o de vivienda y una clase desposeída. En ese sentido la clase desposeída tiene que hacer transferencias mensuales de parte de sus ingresos, de sus horas de trabajo a la clase poseedora. Hay que ver todo esto desde un marco de economía política”.
Y añadió: “Tenemos que desactivar esta narrativa hegemónica meritocrática que lo que nos dice que si no te alcanza para tener una vivienda es por una mala decisión individual, porque algo has hecho mal”.
Por otro lado, Andrés de la Peña, activista y periodista, habló sobre las políticas de vivienda que se implementan en Jalisco y que siguen viendo a este tipo de inmuebles como un activo económico y no como un derecho.
“Una de las cosas que a mí me da muchísima risa de cómo se está promoviendo la vivienda en el país, pero también en Guadalajara, es con estrategias de desdoblamiento: si tú tienes una propiedad te vamos a dar un crédito para que pongas una propiedad arriba de la tuya y que ahí pueda vivir tu descendencia -o para que la rentes como Airbnb-. Para entrar en esos programas tienes que ser propietario, ya desde ahí hay un problema”.
Esta visión desencadena expulsión de habitantes. Recordó, por ejemplo, lo que ocurrió en La Floresta del Colli, en Zapopan, donde el Estado desalojó con violencia a quienes vivían en la zona. Dijo que las consecuencias de esto están lejos de entenderse, dado que poco se aborda este tipo de desplazamientos forzados.
“Este es un proceso profundamente violento, esas expulsiones tienen consecuencias reales, tienen una tasa letal. Eso es algo que a mí me preocupa mucho porque ni siquiera lo estamos viendo, en parte porque sólo lo contamos si lo podemos cuantificar, alguien que es desplazado desaparece de la estadística”.
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