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El 506 de la avenida Juárez, en el corazón de Guadalajara, es ocupado por uno de los edificios más reconocidos por el imaginario colectivo tapatío. Y no lo es precisamente por su belleza arquitectónica, sino por su historia de permanencia.
Construido alrededor de 1928, este edifico fue la antigua sede de las oficinas de Teléfonos de México y, al igual que otros inmuebles de esta calle, se vio amenazado por la ampliación de la calle.
Anteriormente, la vía sobre la que se ubica la finca ya tenía el nombre de calle Juárez, que cerraba en la Penitenciaria del Estado.
Ante los conflictos de movilidad que se comenzaron a registrar en la ciudad, el gobierno del estado decidió demoler algunas de las construcciones que se encontraban en la calle Juárez con la finalidad de ampliarla.
“Ya se tenían todos los permisos y las compras del terreno de todas de las casas de la acera norte para demolerlas y poder ampliar la avenida Juárez. Aquí se tenía un edificio relativamente nuevo que era el de telefonía y tumbarlo costaría 15 millones de pesos de aquel tiempo; así que el ingeniero Jorge Matute Remus planteó la impresionante posibilidad de mover el edifico hacia atrás”, narra el cronista de la ciudad Armando González.
El objetivo era mover el edificio de aproximadamente mil 800 toneladas 11 metros hacia atrás, lo que generaría un costo de tan sólo un millón de pesos, cosa que marcaba una gran diferencia, por lo que se decidió poner en marcha este proyecto.
“La telefónica tenía su matriz en Nueva York, Estados Unidos, así que se dieron a la tarea de convencerla y aceptó. A partir de ahí, Matute Remus comenzó a aplicar sus conocimientos para concretar este plan”, menciona el experto.
Para completar el plan, se compró la finca de atrás del inmueble y se demolió para hacerle espacio.
Dentro de las labores de desplazamiento participaron tres ingenieros más: Francisco Vigil, José Ruiz Ugalde y Guillermo Casillas, quienes trabajaron de la mano de Matute Remus para hacer los cálculos que los llevarían a trasladar el edificio el 30 de octubre de 1950, luego de cuatro días de trabajo de planeación y acondicionamiento.
“Se hizo durante cuatro días desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche. Se cerró la cimentación de la telefónica en una caja, se puso sobre rieles y con gatos hidráulicos comenzaron el empuje. Lo interesante es que durante estos días de trabajo, la telefónica no interrumpió sus labores; el movimiento del edificio se hizo con toda la gente adentro. Así lo alinearon e inauguraron la avenida”, cuenta Armando González.
El cronista señala que este fue el primer edificio a nivel estatal en ser movido de esta manera, por lo que marcó un hecho importante para la sociedad tapatía.
Después de esto, el lugar siguió en operaciones por muchos años, hasta que las oficinas de la empresa telefónica fueron trasladadas a su nueva sede.
Actualmente a las afueras del antiguo edificio se puede observar la estatua del ingeniero Jorge Matute Remus, que simula empujar la finca.
La colocación de la estatua “fue una iniciativa de Idelfonso Loza Márquez. Se colocó alrededor de hace 11 años”.
El cronista de la ciudad acepta que el edifico únicamente tenía un valor monetario; sin embargo, se convirtió en un ícono tapatío por la historia del hombre que movió un edificio.
da/i