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El abogado de los amparos
Porque nos la quitaron
Aunque la pregunta parezca absurda, económicamente faltan varias piezas del rompecabezas para hacernos una idea más o menos definida de las perspectivas para este año. En todo caso, no parece advertirse una gran crisis, pero tampoco una mejora significativa de la economía mexicana.
En primer lugar, nuestro futuro estará condicionado por las decisiones del gobierno de Trump a partir de su toma de posesión el próximo día 20. Nuestra dependencia de la economía norteamericana es abrumadora: 80 por ciento de nuestras exportaciones tienen como destino nuestro vecino del norte, cerca de la mitad de las importaciones provienen de ese país, los 60 mil millones de dólares de remesas son una fuente esencial para millones de hogares mexicanos y la migración a los Estados Unidos representa una inmensa fuente de empleo para cientos de miles de mexicanos. Además, dependemos tecnológicamente de EU y gran parte de la inversión de otros países en México es para exportar al otro lado de la frontera. Para Estados Unidos nuestro país también es muy significativo, pero no en la misma proporción. El nuevo gobierno estadounidense deberá ponderar hasta qué punto confrontar a México, pero, aunque lo haga en menor intensidad que en el discurso de Trump, habrá implicaciones sobre nuestro país, máxime bajo las condiciones de revisión del Tratado de Libre Comercio.
En segundo lugar, más allá de los 100 puntos en que nuestra presidenta centró su oferta gubernamental, de sus discursos de toma de posesión y del que ayer efectuó por sus 100 días de gobierno, su estrategia concreta para sus seis años de gobierno sólo podrá conocerse de manera precisa a partir de la publicación del nuevo Plan Nacional de Desarrollo, dentro de un par de meses.
En tercer lugar, los niveles de inflación estarán influenciados por los derroteros que tomen las guerras en Ucrania y Medio Oriente, especialmente en materia energética y de los denominados commodities (alimentos, materias primas, productos mineros, etc.).
Por si lo anterior fuese poco, el mundo sufre una incertidumbre creciente ante las amenazas sanitarias y ambientales que hemos provocado. Desde Acapulco hasta Los Ángeles, pasando por Valencia, parece que el resarcimiento ambiental es un lindo discurso que sólo opera en la práctica si no amenaza grandes negocios globales.
Por último, el inicio de esta administración ha estado acompañado de múltiples eventos de violencia que obligarán a replantear la estrategia de seguridad interna por parte del Estado mexicano.
Junto a tal escenario hay factores esperanzadores de mejora: la de los salarios mínimos y en las normativas laborales, la expansión de transferencias sociales en favor de mujeres de 60 a 65 años y de estudiantes de escuelas públicas, los proyectos de infraestructura, en especial de trenes de pasajeros, el Sistema Nacional de Cuidados, la nueva Secretaría de Ciencia y Tecnología, etc. Sin embargo, gran parte de tales mejoras dependerán de la existencia de recursos suficientes para llevarlas a cabo y no se avizora una reforma fiscal que lo permita plenamente.
Tenemos enfrente un escenario difícil pero no catastrófico. Ojalá que como país podamos pasar de una valoración de las políticas, basada en filias y fobias extremas, a una crítica constructiva, que nos permita enfrentar las tormentas globales.
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jl/I