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Piden política pública integral contra la violencia misógina y el acoso sexual

Piden política pública integral contra la violencia misógina y el acoso sexual

Las violencias sexuales y la violencia misógina se han normalizado al grado de disfrazarse de piropos o bromas, cuando en realidad son expresiones de agresión y abuso. Así lo señaló Guadalupe Ramos Ponce, coordinadora regional del Comité de Latinoamérica y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), quien subrayó la urgencia de nombrar estas conductas por lo que son: delitos.

Ramos Ponce explicó que el hostigamiento en espacios donde existen relaciones de poder, como escuelas o lugares de trabajo, y el acoso sexual –como el que recientemente sufrió la presidenta Claudia Sheinbaum– deben visibilizarse como formas de violencia misógina. “Eso que se vive todos los días hay que hablarlo y castigarlo. Quien lo comete es un delincuente”, afirmó.

La activista destacó que aunque el acoso esté tipificado en la ley, mientras siga siendo aceptado socialmente seguirá ocurriendo, por lo que es fundamental erradicar la idea de que invadir los espacios físicos o emocionales de una persona es algo normal. También cuestionó la tendencia de desacreditar a las víctimas: “No importa si es la presidenta de México o cualquier otra mujer, siempre se busca dudar de su palabra. Ninguna mujer se levanta pensando en inventar una agresión”.

Ramos Ponce señaló que la sociedad y las autoridades suelen buscar “a la víctima perfecta”, aquella que reacciona de cierta manera o encaja en estereotipos de dolor. “Cada mujer vive la violencia de forma distinta. Algunas se paralizan, otras reaccionan con enojo o tardan años en hablar. No hay un modelo de víctima, y los jueces deben entenderlo”, expresó.

Por ello, consideró que la respuesta no debe limitarse a leyes o sanciones, sino convertirse en una política pública integral que involucre a los tres niveles de gobierno, el sistema educativo y la administración de justicia. “Si queremos transformar lo ocurrido con la presidenta en un punto de inflexión, debemos hacer una revisión profunda de lo que pasa en el país y cambiar la narrativa: dejar de responsabilizar a las víctimas y poner el foco en los agresores y sus conductas”, concluyó.

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