La presidenta Claudia Sheinbaum fue declarada persona non grata por el Congreso de la República del Perú, tras otorgar asilo político a Betssy Chávez, exprimera ministra peruana investigada por presunta participación en el intento de golpe de Estado encabezado por Pedro Castillo en 2022.
La declaración del Congreso peruano se basa en la acusación de “inaceptable injerencia en los asuntos internos del Perú” y en las críticas que Sheinbaum habría emitido contra mandatarios peruanos sucesores de Castillo.
El mecanismo de “persona non grata” se encuentra en el artículo 9 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, que faculta a un Estado para declarar inadmisible a un diplomático o representante extranjero en su territorio. No obstante, dicho instrumento está pensado principalmente para personal diplomático acreditado, no para jefes de Estado en funciones, lo que hace que la medida tenga un carácter simbólico y diplomático, más que jurídico en este contexto.
El hecho marca un nuevo capítulo en la deteriorada relación bilateral entre México y Perú: en respuesta al asilo a Betssy Chávez, el gobierno peruano anunció el rompimiento de relaciones diplomáticas con México.
México, por su parte, calificó la ruptura como desproporcionada y manifestó que las relaciones consulares y comerciales no se verían afectadas.
Esta declaración tiene varias implicaciones:
Refuerza la tensión diplomática entre ambos países, aunque prácticamente sin efectos legales concretos sobre la figura de la presidenta Sheinbaum.
Subraya la fragilidad de la diplomacia regional ante controversias políticas y de asilo.
Abre un precedente sobre el uso de figuras diplomáticas tradicionales para sancionar simbólicamente a autoridades electas.
Indica que México tendrá que renegociar o manejar la relación bilateral con Perú desde una posición de mayor conflicto.
En suma, aunque la declaración de persona non grata no obliga a Sheinbaum a abandonar territorio peruano ni suspende mecanismos formales, tiene impacto simbólico y político que complica la interacción entre ambos gobiernos y pone en evidencia los límites de la diplomacia cuando se cruzan con asuntos internos de otros países.
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