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¿Preferencias?

Recuerdo que a principios de los setentas, cuando tuve oportunidad de conocer el sureste de México, las poblaciones del sur de Veracruz y Tabasco, invadidas por el desarrollo petrolero, eran poco atractivas, tanto, que juré que nunca iría a vivir a Villahermosa.

Además del terrible calor húmedo que la caracteriza, en ese tiempo la capital tabasqueña era poco más que un pueblo grande, con muchas de sus calles aún sin pavimentar. Poco después llegaría el desarrollo conocido como Tabasco 2000 que modernizaría la urbe y la crecería en un cincuenta por ciento, convirtiéndola en una pequeña ciudad.

Tiempo después, corrían los primeros meses de 1979 cuando entré a trabajar en ventas a Sauza, conocida compañía tequilera que en aquellos entonces se disputaba la tercera posición en producción del país con el brandy Viejo Vergel.

El cambio en la política del área de ventas, que recién había realizado la empresa, permitía que con esfuerzo y dedicación se obtuvieran ingresos adicionales que podían duplicar el salario e incluso más. También era posible lograr ascensos dentro da la organización si los resultados eran buenos.

Había una plaza vacante de gerente regional con sede en Villahermosa y, a pesar de mis preferencias, debí hacer una elección: esforzarme para obtener el ascenso, aunque eso representara ir a residir a aquel lugar en el que había jurado nunca vivir.

La vida está plagada de preferencias, elecciones y decisiones que cada día debemos razonar y tomar. En muchas ocasiones no importa lo que queremos sino lo que es más conveniente, el bien mayor.

Pasando a otros temas, ahora se habla mucho de preferencias. Con motivo de las elecciones que tendremos dentro de poco más de un mes, desde hace un año o más nos han estado atosigando con datos de encuestas supuestamente genuinas, que muestran lo que la mayoría de los mexicanos queremos.

Nada más lejos de la verdad. La realidad es que, sin necesidad de mentir en los resultados, cualquier encuesta puede estar trucada. Que un estudio de opinión muestre la realidad general de los deseos de la ciudadanía depende de la moral y ética de quienes preparan la logística, la diversidad de la muestra y la llevan a cabo en el campo.

En la actualidad la mayoría de las encuestadoras responden a quienes les pagan y “ajustan” los preparativos para que el trabajo arroje datos más o menos aproximados a los intereses de los clientes.

Es muy importante tener esto presente para decidir nuestro voto, nada está escrito: la única encuesta que cuenta es la que escribiremos entre todos en las urnas este 2 de junio, cuando emitamos nuestro voto que es único y secreto.

Si queremos cambiar las cosas para tener un México mejor, incluyente, con seguridad y cuerpos de policía eficaces, con servicios de salud eficientes, con un sistema de educación gratuita y de calidad, con agua potable para todos, debemos ejercer nuestro derecho a elegir a los gobernantes.

Salgamos todos a votar.

Así sea.

X: @benortega

jl/I