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Juan Carlos Pereda trabaja en la divulgación del trabajo del pintor

(Crédito: Cortesía Musa UdeG)

Además de ser uno de los grandes estudiosos de la obra de Rufino Tamayo y de configurar uno de los catálogos más importantes sobre su obra, Juan Carlos Pereda pasó cerca del artista oaxaqueño los últimos años del artista

“Mi relación con Tamayo y con su esposa Olga fue un regalo de las vida. Los conocí en el diario y trabajé muy cerca de ellos durante 6 años”, contó el especialista.

Las enseñanzas de Tamayo para el que hoy es el subdirector de colecciones del museo que lleva su nombre, van desde estéticas hasta más humanas. En una charla que ofreció ayer a propósito de la exposición de Tamayo en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara titulada Tradición y Vanguardia, habló un poco de la vida del artista, que vivió en Nueva York y en París, en donde los diferentes medios impresos le dedicaban planas enteras para hablar de su vida y de su obra.

“Tamayo era un hombre muy silencioso de mundos muy cerrados”, contó Pereda, “era un hombre de pocas palabras, era poco efusivo y Olga era su conexión con la vida y con el universo. Él era muy disciplinado y discreto, algo que ya casi no se da en los artistas y él siendo uno tan importante, era un hombre humilde y discreto con sus logros aunque expedía un poder extraordinario”.

Las diferentes lecturas de su obra

Pereda dedicó muchas noches de insomnio al estudio de la obra de Tamayo y a la publicación de sus hallazgos.

Aún después de tener a su alcance una gran cantidad del grueso de la obra completa del pintor, así como de sus archivos y su biblioteca, todavía le toman por sorpresa las otras interpretaciones posibles de la iconografía del oaxaqueño.

Por ejemplo, frente a él, mientras contesta las preguntas hay un cuadro en el que la silueta de una mujer en tinta negra con fondo amarillo, llama su atención.

“Uno piensa que es una litografía, que es bonita, que cuesta mucho dinero y que tiene un gran prestigio, pero lo que hay ahí es la interpretación de una fuerza natural. De esa fuerza fecundadora de la tierra, un cuerpo reducido sintéticamente a lo contemporáneo. Tamayo es un artista que todavía no hemos entendido cabalmente, tuvo un gran interés por los asuntos de género. No que fuera un artista abocado al feminismo, pero la figura de la mujer en la obra de Tamayo es fundamental, no son prostitutas ni tehuanas ni señoras ricas: es la mujer en su esencia”, dijo al respecto.

Su obra está abierta a una cantidad inagotable de lecturas y Pereda lo sabe. A veces se detiene particularmente en la textura, en el color o en el dibujo. Es un libro abierto con una gran posibilidad de lecturas.

Una de ellas es, por ejemplo, la influencia de Orozco: “Tamayo tenía una reverencia por Orozco. Decía que el único gran artista que había en México era Orozco, no se conocieron pero ahora coinciden en este museo con esta gran obra magistral del arte contemporáneo”, dijo Pereda.

Abrirse a todos los públicos

La tarea del investigador es, llevar el universo de Tamayo a todos los públicos posibles.

“He trabajado en acercarlo a la gente, a la gente común que no es experta en arte, la gente que no es especialista en arte, para que pueda conocer a Tamayo a través de un puente no sofisticado, un puente didáctico que no pierda en cuenta la importancia de su obra sin todos estos andamiajes intelectuales de los críticos y académicos. Mi responsabilidad casi espiritual es hacerle accesible al público lo que he entendido de la obra”.

62 piezas integran la colección

Asista

Tamayo: Tradición y Vanguardia

Salas 8, 9 y 10 del Museo de las Artes

Entrada libre

Horario de martes a domingo: 10 a 18 horas

EH