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Y que les hagan caso
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Como suma a la exploración del espacio para el conocimiento del Universo y la Tierra, 2019 marcó el inicio de la nueva carrera espacial con intereses económicos y militares, y la permanencia de los objetivos de regresar a la Luna y llegar a Marte en la siguiente década.
A 50 años de la llegada del hombre a la luna, por parte de Estados Unidos en 1969, y a 70 años de que se creó la Alianza Atlántica, no es casual que en la disputa entre las potencias mundiales ahora se formalice otro escenario más allá de la Tierra, que se empieza a analizar también como nueva guerra fría o nueva guerra espacial.
Sin embargo, Estados Unidos y Rusia ya no están solos en la disputa por el espacio y por plantar banderas en la Luna. Ahora se han subido a la competencia China, India e Israel, entre otros países que desarrollan tecnología en la materia, como los de Europa y Japón.
Ante los altos costos de esta carrera, a los países competidores para regresar a la Luna se les debe agregar la iniciativa privada. Dos de sus principales representantes son Elon Musk, con SpaceX, y Jeff Bezos, con Blue Origin, dos compañías que lanzan satélites y se proponen desarrollar el turismo espacial.
Los objetivos del renovado interés por el espacio, además de demostrar la supremacía del país, son el control de la seguridad y de los satélites, así como la búsqueda y obtención de recursos minerales y naturales, como agua y gas Helio 3, que sirve como energía para la fusión nuclear.
En sus trabajos del presente año, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) dio a conocer en diciembre que su sonda solar Parker, lanzada desde el año pasado, se convirtió en la nave espacial que más cerca ha estado del sol, mientras que la nave espacial Juno descubrió un nuevo ciclón en Júpiter.
Además, el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA, en Huntsville, Alabama, en una prueba llevó al tanque de combustible del cohete SLS -el más grande del mundo y el único que puede enviar a la nave Orión, astronautas y suministros a la Luna en una sola misión- a su punto de ruptura, alcanzando una alta resistencia de 260 por ciento antes de estallar.
El cohete SLS, Orión y la futura estación espacial lunar Gateway, en órbita alrededor de la Luna, son la columna vertebral de la NASA para la exploración del espacio profundo y el programa Artemisa, que regresará a la humanidad al satélite natural de la Tierra.
La NASA ha presentado para esa misión dos trajes espaciales diseñados para el programa Artemisa de la agencia, que tiene como objetivo aterrizar a la primera mujer y al siguiente hombre en la Luna para 2024.
Desde su llegada al poder en 2017, Donald Trump adelantó que Estados Unidos aceleraría un poco el regreso de astronautas a la Luna, para la exploración y utilización a largo plazo del satélite natural, así como la exploración humana a Marte y al Sistema Solar, lo que refrendó en 2019.
Mientras tanto, el vehículo de exploración Curiosity, que llegó a Marte hace siete años, sigue enviando fotografías y análisis del suelo y del agua que alguna vez hubo en ese planeta, hace miles de millones de años.
La Estación Espacial Internacional, el programa de exploración en el que participan las agencias espaciales de Estados Unidos, Rusia, Europa, Japón y Canadá, reunió este año a diferentes tripulaciones de vuelo y sirvió de laboratorio de pruebas diversas.
En octubre pasado, dos mujeres hicieron historia al realizar por primera vez una caminata espacial juntas, Christina Koch y Jessica Meir, de la NASA, para reemplazar una unidad de control de energía.
De lado de los rusos, la Agencia Espacial Federal de Rusia, ROSCOSMOS, tuvo entre sus logros de este año el llevar en agosto pasado, en la nave espacial Soyuz MS-14, a su robot humanoide Skybot F-850 a la Estación Espacial Internacional.
Rusia desplegó además en la órbita geoestacionaria el sistema espacial de comunicaciones de alta velocidad y lanzó su cohete Soyuz para poner en órbita un telescopio que detectará cientos de planetas más allá del Sistema Solar, entre otros que realizarán estudios a la Tierra.
A principios de año, la Administración Espacial Nacional China (CNSA) dio a conocer por su parte que el país asiático ya había enviado un robot al lado oscuro de la Luna, el 3 de enero, con la sonda no tripulada por humanos Chang'e 4.
Ésta se convirtió en la primera nave espacial que llega a la parte desconocida del satélite natural, que nunca se ve desde la Tierra, para investigar los recursos minerales, la radiofrecuencia baja y el cultivo de plantas.
Israel envió a su vez en abril pasado, con recursos de la iniciativa privada agrupados en la compañía SpaceIL, y en menor medida de la agencia gubernamental Industria Aeroespacial de Israel (IAI), la sonda Bersheet, que tomaría fotos y mediría el magnetismo de la corteza lunar. Aunque se estrelló contra el satélite, le deja una amplia experiencia para futuras misiones.
La India casi logra alunizar el pasado 6 de septiembre el primer robot Vikram de la misión Chandrayaan-2. Debía explorar la composición mineral del satélite, pero perdió contacto con la Tierra, según confirmó la Organización de Investigación Espacial de la India (ISRO). No obstante, fue un gran intento del que pretende ser el cuarto país en alunizar tras EUA, Rusia y China.
En el nuevo interés por la conquista del espacio, Estados Unidos pretende reivindicar su superioridad fuera de la Tierra, sobre todo para la protección de sus activos, entre ellos los satélites utilizados para la comunicación y vigilancia.
Washington acusó en este mes de diciembre que China y Rusia invierten en sistemas para erosionar sus ventajas innovadoras y defensivas actuales, como tecnologías de inteligencia artificial y computación cuántica.
De esta manera, emitió la Ley de Autorización de Defensa Nacional 2020 (mejor conocida como Space Force), para contar con el primer Comando Espacial de la Fuerza Aérea, considerando que el espacio “es el nuevo dominio de guerra en el mundo” y un elemento vital para su seguridad nacional.
Antes, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en los actos para celebrar sus 70 años, estableció que los líderes de este organismo acordaron garantizar la seguridad del “quinto dominio operativo de la OTAN”: el espacio, y su infraestructura de telecomunicaciones, incluida la 5G.
De esa forma, el 4 de diciembre, la Alianza Atlántica decidió formalmente reconocer el espacio como un campo de batalla -además del aire, la tierra, el mar y el ciberespacio-, para la disuasión y defensa desde la navegación hasta la inteligencia y la detección de misiles.
Meses atrás, Francia también anunció la creación de un comando espacial de la Fuerza Aérea francesa para reforzar su conocimiento del espacio y proteger sus satélites, en conclusión, para mejorar su capacidad defensiva.
En una primera reacción, Rusia rechazó la "militarización" del espacio y advirtió que la expansión y militarización en ese sitio, considerado por Estado Unidos como escenario militar, representa una amenaza para los intereses rusos. Por ello, Moscú aseguró que dará una respuesta a Washington.
China rechazó por su parte el anuncio de EU y reiteró que siempre se ha opuesto a la militarización y a la carrera armamentista en el espacio, y llamó a los países implicados a evitar que el sitio fuera de la Tierra se convierta en un nuevo campo de batalla.
Se advierte que no todo es exploración y adelanto científico para conocer el Universo. A más de 40 años del fin de la guerra fría vuelve esta situación ahora al espacio, donde también se mueven los intereses comerciales, económicos y los militares, en un escenario más para la lucha por el poder mundial. Notimex
Además de demostrar la supremacía del país, son el control de la seguridad y de los satélites, así como la búsqueda y obtención de recursos minerales y naturales, como agua y gas Helio 3, que sirve como energía para la fusión nuclear.
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