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Políticos saludando con sombrero ajeno

Se supone que en política, especialmente cuando se trata de partidos en desgracia o pasando mala época, cualquier tipo de propaganda es admisible aun cuando lo que se ofrece no resulte comprobable o verificable.

Ahora que se acercan las elecciones se vendrá encima de la ciudadanía una serie de oleadas de publicidad sobre las bondades de cada organización, tendencia u objetivo político.

Aunque dicen que todo se vale, sí procede también que la gente oponga, cuando puede, su resistencia y su experiencia a efecto de desmentir o exhibir la falsedad de los argumentos que algunos grupos esgrimen en su favor.

Obviamente no podemos aspirar a realizar un análisis de todos, pues la cantidad será abrumadora, pero podemos comenzar con los más evidentes que empiezan a correr en este momento.

En primer lugar, por la magnitud del descaro de su directiva nacional, podríamos hablar del gran engaño de lo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) emite, bajo la batuta de su actual presidente, un tal Alito, que tal vez supone que la ciudadanía no se acuerda ni sabe lo que ha sucedido con su instituto político que, con ánimo de conseguir chambitas y que su dirigencia siga medrando con entusiasmo, pretende hacernos creer que es lo mismo que antes.

Su gran cinismo se basa en acreditarse una serie de logros de gran importancia que alcanzó su partido, mucho antes de que él y su camarilla llegaran a su directiva, dando lugar a una retirada en masa de los priistas verdaderos, algunos de los cuales sí tuvieron que ver en los logros mencionados. Pero la realidad es que el hombre saluda con sombrero ajeno cuando anuncia lo que hace, mucho tiempo después de que se hizo.

Si uno se pregunta ¿por qué lo hace? Pues sencillamente es porque su gestión no tiene qué destacar como no sea su flagrante traición a los principios del partido y de aquellos que le dieron tan buen nombre al PRI de antes, ante otros que también contribuyeron a degradarlo, como lo ha hecho la actual camarilla en su cúpula: Alito y sus contlapaches no son más que, en sentido estricto, verdaderos traidores al PRI de antes que, dada la carencia de recursos que hablen bien de ellos, tienen que recurrir a lo que se hizo hace más de medio siglo, cuando aquel PRI gobernaba México.

Queda en el PRI gente valiosa, como la directiva de Jalisco, pero poco o nada puede hacer o decir ante el neofascismo de sus dirigentes nacionales.

Los actuales recursos publicitarios del PRI, traídos del pasado remoto, no son más que un indicador de que el camino en pos de saludar a su progenitora no tiene vuelta.

A las pruebas me remito. Dese el lector una vuelta por el majestuoso edificio del PRI en la Ciudad de México y percibirá enseguida que no es ya polvo de aquellos lodos. Compárese, por ejemplo, la calidad de Alito con la de Reyes Heroles nada más para ver cuán bajo ha caído el tricolor.

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jl/I