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Son las 22:35 horas. Suena Eye of the tiger del grupo Survivor. En la pista no hay gente, pero en la pared de fondo negro hay discos de acetato con el centro de diferentes colores. Hay, también, casetes acomodados de una forma para rellenar los huecos que dejan los discos. Un letrero verde, en el que se lee “ruta de evacuación” en mayúsculas, se esconde entre los discos; lo ilumina de vez en cuando la luz de colores y la blanca que se refleja en la bola disco.
Detrás del DJ Papigonzo hay un póster de Michael Jackson aun con piel morena. No es el único en el lugar. Los hay desde Thalía hasta Tatiana, pasando por Fergie y Chayanne.
Ella está en la pista, es la bartender y encargada. Una mujer de 1.65 de estatura, 47 años y el cabello en una cola de caballo que luce por ser de diferente textura al tono natural. Tiene rayitos güeros y es tan largo que, aún agarrado, llega a su cintura. Usa un pantalón de cuero falso, un fajo de estoperoles, una camisa de manga larga de licra negra, aretes grandes color oro y pulseras de brillo. Con un cigarro en la mano se para a bailar y deja en la barra a su ayudante. Todo el tiempo que pasa en su baile lo hace de frente al espejo y a la barra, le da la espalda al DJ, que es su esposo.
DJ Papigonzo no sale de la cabina ni para tomar un refresco, todo se lo llevan. Se dedica a tocar música de las décadas de los 70, 80 y 90 desde antes de estar en esta discoteca. 34 años de carrera y ocho discos de platino como reconocimiento otorgados por varias discotecas de Guadalajara, lo avalan. Desde la cabina no sólo controla la música y los anuncios, mensajes y videos que aparecen sincronizados en las tres pantallas que hay, sino también el humo que sale cada 5 minutos y que parece tratar de ahogar a la gente que baila. Algunos tosen, pero con tal de bailar no les importa.
Una puerta de cuadros de vidrio de colores y un letrero arriba en que se lee “Génesis Video Disco”, en el hotel Misión Carlton de Guadalajara, marcan la entrada a esta discoteca en la que mantienen el concepto de los años 70, 80 y 90, pero también tocan cumbia, salsa y canciones de 2000.
Los sábados, a las 22 horas se abre la puerta y la gente entra. “Cover $50. Damas gratis”, anuncia otro cartel.
“La disco Génesis tiene a nuestro cargo (de ella y de DJ Papigonzo) ya seis años, ya que antes de tenerla nosotros solos trabajábamos para los dueños anteriores”, cuenta Elia Villet con una voz que parece que está enferma de la garganta. “Empezamos con eventos y tocando puertas para independizarnos. Cuando dejamos de ayudar a los anteriores dueños poco a poco se fue abajo la disco, fue entonces que decidimos administrarla nosotros”.
Suena You make me feel de Michael Jackson y parece que le marca la entrada al lugar a un grupo de cuatro señoras. Luego una pareja y otra más. Todos lucen mayores de 35 años. Vienen a “recordar viejos tiempos, reencontrar amigos y escuchar la música que te gusta porque ya no se escucha en otros lados”, cuenta Pedro, un bailarín que asiste ahí desde que se inauguró, antes de que cerrara y volviera a abrir, desde hace 30 años.
Poco a poco se llena el lugar.
Son las 12 de la noche y la pista de 6 por 4 metros ya está llena. En las paredes negras hay algunos espejos en donde se puede ver lo bien (o mal) que se baila.
Hay un grupo de chicas de entre 20 y 30 años que llega y de inmediato se paran a bailar. Se acerca a ellas un señor con poco cabello, delgado y con camisa a cuadros visiblemente más grande que su talla. “Parece un charal”, dice una de las muchachas, luego risas de todas.
El Señor Charal se aleja de ellas y busca en otros grupos de señoras/muchachas. No tiene éxito. Baila frente al espejo, brinca de un lado a otro y da algunas vueltas, zindunguis les llaman a estos bailarines. La gente que se da cuenta se ríe de él, sin saber lo que hace. Captó las miradas. Se sienta.
“Isack mndame un mesero por favor” (sic), el texto escrito por DJ Papigonzo se lee en las pantallas.
I will survive, de Gloria Gaynor, suena y entra una persona que de inmediato capta las miradas. Es de género dudoso, usa minifalda para cubrir sus piernas y sombras negras en los ojos. Su cabello abajo del hombro con luces está más cuidado que el de sus acompañantes, sus amigas.
“Mantenemos el concepto 80 y 90 porque para nosotros son décadas importantes y porque sabemos que en la actualidad son pocos los lugares así. Hemos tenido altas y bajas, amigos y enemigos, gente mal intencionada y, claro, hipócrita que no han querido perjudicar, pero siempre nos hemos mantenido a flote más que nada porque nos gusta el trabajo honesto y sólo somos Felipe (DJ Papigonzo) y yo en todo esto”, continúa Elia, apoyada sobre la barra de madera.
Un par de meseros llevan y traen vasos llenos y vacíos y botana gratis (churritos con chile).
“Génesis Disco felicita a Lupita Meza por su próximo bebé que viene en camino Felicidades Ramiro P.d. hasta que diste 1na” (sic). Con este mensaje en las pantallas felicitan a un par de bailarines frecuentes del lugar.
Génesis Video Disco tiene una página en internet (www.genesisdisco.com.mx) con diferente programación, todas las noches. Esta noche -como cada sábado- se puede ver en vivo todo lo que pasa en la pista de la disco, de 22 a las 4 horas.
El único zindungui de la noche se para a bailar en la pista que ha quedado con menos de 10 personas y se acerca de nuevo a las jóvenes. Vuelve a fallar. Baila con el espejo, que es su mejor pareja. Suda tanto que se nota en su camisa de cuadros, a pesar de que hay ventiladores distribuidos en el lugar para calmar el sudor de ese y otros bailarines.
Suena It’s my life de Bon Jovi y parece que da órdenes a todos para que se paren a bailar. Se llena poco a poco la pista en la que hay un par de cuadros de colores a desnivel y un azulejo quebrado de la esquina que hacen tropezar de cuando en cuando a los bailarines. No les importa. Siguen bailando.
Cambio de ritmo. Se escucha Mis sentimientos de Los Ángeles Azules, la pista termina de llenarse y la gente baila sin dejar espacio para nadie más; aun así, y como por arte de magia, tres parejas más se integran.
“Sra Blanca por el cheque de 10.000 claro que le pongo la del Taxi” (sic), de nuevo en las pantallas.
El zindungui no vuelve a verse en la pista, pero hay un grupo de chicas que lo imitan frente al espejo. Al parecer fue una sensación.
“Pensamos dejar esto hasta que nos corran -se ríe-, pero bueno, tenemos contrato por cinco años y los que vengan”, termina Elia y rodea la barra para ir a bailar, como cada sábado. Su cabello largo se mueve de un lado a otro y no parará hasta las cuatro de la madrugada.
Colaboración especial de Yunuen Mora
EH/IP