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Don Chuy y la laguna de Atotonilco

AFECTACIÓN. Grandes cantidades de agua que llegaban a la laguna fueron desviadas con los años. (Foto: Agustín del Castillo)

Era un viejo que había pescado con sus hijos desde 1968 en el vaso de Atotonilco -bajo la impertérrita mirada de la sierra de Tapalpa y la lejana vigía de un cerro pegado a Chapala que sí debe ser anterior a cualquier humanidad, y por eso le llaman Viejo-, pero que en 2019 acumulaba ya 27 años de magras cosechas de tilapia, carpa y rana, sin ver su laguna llena. 

Hoy, todavía le dicen don Chuy, se llama Jesús Vázquez Ocampo: es moreno -herencia sin duda, pero también por cientos de jornadas de trabajo descamisado bajo el Sol- y de mediana estatura, la piel está arrugada hasta la comisura de los labios, la frente tiene huellas permanentes de miles de pensamientos fugaces, pero sus ojos brillan con la experiencia de 78 años de intimidad con los elementos. Son ojos alegres e invictos. Su voz es tímida, pero confiada, y recuerda sin amargura, tal vez porque a los 78 ya se puede ejercer con comodidad la sabiduría de la renuncia.

“En el 92 yo también andaba de músico y salí ese año; andábamos en Tijuana, tocando, mi banda se llamaba El Rosario, y de allá nos venimos porque nos corrió el aguacero; la novedad que tuvimos aquí ya cuando llegamos, es que hallamos la laguna llena, así que a pescar, verdad, y fue la última vez (…) ahora no, ahora ya se la pasa uno de forma más trabajosona (sic), ¿por qué?, pues por la falta de producción, de pescado; aquí esta laguna no se secaba porque tenía los remanentes de ahí y de allá, de los nacimientos de agua que nacía allá en Juanacatlán, esa se venía directamente hasta acá, venia pasando los pueblitos que pertenecen a aquí, pero de todas maneras no dejaba de bajar agua”, explica mientras admira el quieto espejo del agua, alterado aquí y allá por la correría de alguna gallareta, mientras el majestuoso vuelo raso de los pelícanos borregones irrumpe desde los carrizales que pueblan las orillas de la laguna prehistórica.

ES SITIO RAMSAR

Atotonilco o Villa Corona es una laguna modesta, pero de valores excepcionales. Al menos eso valoraron las autoridades mexicanas y la convención de Naciones Unidas de humedales prioritarios, que se llama Ramsar por el nombre de la ciudad de Irán, donde se firmó el documento base, en 1971, una época en la que ni los pescadores del embalse  ni los expertos adivinaban un aciago futuro de extinciones locales y de destrucción universal. Esos días parecen haber llegado, pero don Chuy les encuentra una lógica diferente.

“Yo he sido católico todo el tiempo, la Biblia dice, menciona, que van a llegar los tiempos que va uno a extrañar, y se verán cosas raras”, pero la prioridad de lo sagrado no elimina la causalidad vulgar del reino físico: “Ahora ya todo es fogatas, es quemazones en los cerros, ya apaciguan el ambiente (…) yo ya tengo más de 40 años que he sido pescador, venían biólogos y me entrevistaban, y todo eso; pero de antes también nos atendían muy bien los que venían, ciertamente nosotros los llamábamos por alguna necesidad que tuviéramos de preguntarles, y venían, pero nos orientaban mucho; ahora, también depende de nosotros como socios, y los que estén en la directiva que sean personas que vayan y pregunten, digan, hagan el favor de ayudarnos, en esto y aquello, verdad; yo quisiera que vieran en Boca de León, donde se mantenía nuestra laguna en su nivel, que siga fluyendo agua por esa zona; soy consciente también de que no se las quiten de a tiro a ellos, a los de la zona de riego, pero al menos que sean conscientes, dividirla entre las dos partes que necesitan esa agua…”.

No pierde de vista todas las mermas: el agua que bajaba de Juanacatlán, que fue desviada; el agua de la Presa de Valencia, que después es desviada y ya no sale por la Boca de León, o el agua desde el antiquísimo cerro Viejo, que de tan viejo fue bautizado así. 

Don Chuy también alude a malas decisiones tomadas por la burocracia extensionista, en los idos años de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, cuando se les ocurrió la idea de sembrar tilapias para impulsar la producción de la laguna. El agresivo pez fue el comienzo del desastre.

“Francamente le voy a mencionar, acá cuando cayó la tilapia, ya fue cuando disminuyeron las otras clases de pescado (…) me decía un biólogo, la tilapia no es carnívora, no es carnívora, y una vez le mandamos a hablar y lo metimos, porque pescábamos con chinchorro, y lo llevamos, y mire, entonces fue cuando le hicimos ver que si era carnívora, porque cuando sacábamos el chinchorro ya las tilapias salían con el hociquito lleno de charal…”.  

- ¿Es posible que un biólogo no supiera que eran carnívoras? 

- Hey, y quihubo, ¿ya ve que sí es carnívora?; ‘ah pos creo que estoy cayendo en la razón’, me dijo; ah, para que vea.

DECRETO, SIN MUCHO EFECTO

Lo peor es que las malas condiciones del embalse natural, que fue decretado sitio Ramsar en 2006, hacen que ya ni siquiera se suela sacar tilapia, aunque gusta en el mercado local porque no es un pez espinoso. También se saca de repente la carpa, pero nada de rana o de charal. La pesca dejó de ser una actividad que sostuviera a las familias. La cooperativa tuvo casi 100 miembros, ahora tiene 68, pero ninguno vive permanentemente de los magros recursos de la laguna.

Con las lluvias también se nota. “Mire, en ese tiempo también las tormentas eran furiositas, pero de todas maneras ya tenían un poco más de sistema que las de ahorita (…) yo recuerdo a mi abuelito ya cuando terminaba de la escuela, cuando salía de vacaciones, y me iba con él a las siembras; ese cerro que está ahí -señala al oriente-, mire, lo nombran el cerro Viejo, y mi abuelito miraba, cuando nos íbamos, su donita en el copete y decía, ‘se va a venir el agua temprano, hijo, ámonos apurando’, y si era seguro, era seguro. Llovía”.

- Ahora ya no es seguro nada. 

- No. Yo me acuerdo también con mi abuelo, porque mi padre falleció cuando yo tenía 5 años; mi abuelo tenía muchas cosas naturales, que decía como le digo: ‘hijo, ahora no viene sereno el zacate, va a llover pronto’, y era de que no mentía; esos eran los calendarios que usaban los de antes, y yo quedé acostumbrado a eso. Este año no compré mi calendario de Rodríguez, pero es el más efectivo de los que usaban los de antes…

- ¿Dónde venden ese calendario?

- Ahí en San Juan de Dios, ahí en el mercado.

Don Chuy nació en 1941. El cerro ya se llamaba Viejo, pero era casi 80 años menos viejo que ahora. En 2019, el viejo pescador se dormía soñando su laguna a plenitud, las gallaretas en sus correrías, el majestuoso vuelo de los voraces pelícanos, las redes pletóricas de pescado y la lluvia que veía su abuelo asomarse por esa grande y vetusta montaña del oriente, al final de la tarde.

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FRASE

“La novedad que tuvimos aquí ya cuando llegamos, es que hallamos la laguna llena, así que a pescar, verdad, y fue la última vez”
Jesús Vázquez Ocampo, pescador

Los datos de la laguna de Atotonilco

  •  La laguna de Atotonilco fue integrada formalmente a la red internacional de la Convención Ramsar el 2 de febrero de 2006
  •  Comprende territorio de tres municipios: Acatlán de Juárez, Zacoalco de Torres y Villa Corona
  •  La superficie máxima del cuerpo de agua es de 3 mil 100 hectáreas, pero pescadores reportan que llega a desaparecer en tiempo de secas
  •  Su cuenca es endorreica o cerrada: abarca 16 mil 207 hectáreas, y se ubica a unos 40 kilómetros al sur de Guadalajara
  •  El cuerpo de agua se ubica a mil 350 metros sobre el nivel del mar (msnm); la máxima elevación de la cuenca; en las estribaciones de la sierra de Tapalpa es de mil 980 msnm

JJ/I