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Buena FIL

Esta FIL número 37, la primera sin Raúl Padilla, para molestia de los enemigos de éste, resultó ser un nutrido homenaje para el ausente, lo cual seguramente no dejó de incomodar a quienes el año pasado todavía le endilgaban toda suerte de improperios.

Si hacemos caso de los resultados de esta feria podemos ver el futuro con optimismo y no como agoreros del desastre que vaticinaban el fin.

Fue el caso de que se rompió récord de asistencia, llegando cerca de los 900 mil, sin contar a quienes entramos y salimos sin dejar rastro, y no hubo síntoma alguno de que para 2024 las cosas no vayan a mejorar.

España será el invitado de honor, como lo fue hace un cuarto de siglo y desempeñó un papel bastante opaco. Al parecer no les había caído el veinte de la importancia de la feria y no se empeñaron debidamente. Podemos suponer que ahora tienen clara la película de que ésta es la feria libresca más importante de todo el mundo latino, y le van a echar ganas de verdad.

No me pareció, cuando cerraron las puertas de esta edición, que hubiera señales de que el entusiasmo menguara. Más bien se percibía una general ilusión de volver con más bríos el próximo año, en tanto que algunos, dañados por la pandemia, que no estuvieron presentes, se hicieron el ánimo de ya no faltar.

De cualquier manera, vale tomar nota de que la presencia de la Unión Europea quedó lejos de alcanzar la expectativa que había despertado, tomando en cuenta lo mucho que significa para el mundo contemporáneo.

Vale subrayar que muchos invitados que son menos hicieron mucho más…

España, por su parte, ocupó un espacio más grande, pero la mayor parte del tiempo se vio en verdad vacío. En cambio, el pequeño espacio del que dispuso Barcelona, ciudad que será la invitada de honor en 2025, se vio siempre mucho más concurrido, aunque hicieron un poco de trampa ofreciendo discretamente un buen café.

Ello es importante si consideramos que, en términos generales, la gente ligada a los libros también lo está al café de calidad.

Lo que sí no advertí es que la FIL se haya echado a la derecha, como lo sugirió el presidente López Obrador… Es el mismo aire desenfadado de siempre, con destellos conservadores a más no poder de libros de esta naturaleza y de todos los colores de la izquierda, tal como ha sucedido siempre. El propio López Obrador vino antaño varias veces y lo aplaudimos a rabiar sin que nadie se hubiera quejado.

Como todos los años, lo que se notó fue una gran apertura y, claro, gente de todo tipo. En tal caso, el señor presidente podría llamar la atención a los hermanos Taibo, que partieron el queso y dijeron exactamente lo que les vino en gana, y tantos otros, como el suscrito que, si bien no somos radicales, no se nos puede acusar por ningún concepto de derechistas. Creo que en todas las mesas de discusión de temas sociales, que fueron muchas, en las que hubo también figuras de primer nivel, la inclinación a la izquierda era más que evidente.

Así debe ser, porque el deseo de cambiar lo cambiable resulta una tendencia incontrovertible de los interesados en el estudio y el mejoramiento de la sociedad.

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jl/I