El pasado 26 de noviembre, Banxico publicó el “Informe Trimestral Julio-Septiembre 2025”. El documento sugiere que la economía mexicana se encuentra en una situación de estancamiento económico. Particularmente, el documento señala que la economía crecerá este año únicamente 0.3 por ciento.
Banxico explica la situación con base en factores internos y externos. Entre los internos incluye las caídas en la industria y la construcción, y la desaceleración de la inversión bruta fija y del consumo privado. Entre los externos incluye la incertidumbre en la economía global y en la relación comercial con Estados Unidos.
Otro factor que contribuyó a dicha situación fue la dinámica del mercado laboral. En 2025, el empleo formal creció poco y la informalidad aumentó, superando el 55 por ciento de la fuerza laboral. Si bien las tasas de participación laboral y de ocupación bajaron ligeramente, los salarios reales crecieron muy poco.
Banxico, sin embargo, no destaca otros factores igualmente importantes. Entre estos están los menores niveles de productividad y los mayores costos unitarios de la mano de obra que se han registrado desde 2019. Tampoco, enfatiza la falta de garantías institucionales para proteger y promover la inversión.
En este contexto, me parecen optimistas las previsiones del Banxico para 2026. Según las mismas, se espera que el crecimiento económico oscile entre el 0.4 y 1.8 por ciento. Asimismo, se espera que la inflación general alcance la meta del 3 por ciento en el tercer trimestre del año.
Estas previsiones minimizan la incertidumbre esperada para 2026. Esta incertidumbre se asociará, entre otros factores, al proceso de renegociación del TMEC. Este proceso muy probablemente generará volatilidades e inestabilidad económica y financiera durante el primer semestre del año.
México necesita actuar con decisión en este contexto. Particularmente, resultará clave fortalecer las instituciones y el Estado de derecho. Asimismo, deberán considerarse como prioridades nacionales promover la confianza, aumentar la productividad y no incrementar los costos de producción.
Los retos del país de 2026 serán reactivar su crecimiento económico y renegociar el TMEC. México podrá enfrentar con éxito dichos retos adoptando políticas fiscales, comerciales y monetarias coherentes; pero también, con garantías que fortalezcan las instituciones y el Estado de derecho.
En mi opinión, México tendrá retos complejos, pero también oportunidades para promover su desarrollo económico en 2026. La economía, sin duda, se halla en las vísperas de un punto de inflexión. Su futuro dependerá de las decisiones públicas y privadas que se definan y adopten en estos días.
*Economista e investigador de la UdeG
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