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A recular
La carta está echada
Los pozos profundos son la principal fuente de agua para las poblaciones fuera del área metropolitana y aunque la Comisión Estatal del Agua (CEA) monitorea su calidad y tiene conocimiento detallado de sus componentes, permite que los municipios dispongan de ella sin procesos de potabilización, a pesar de que la mayoría presenta metales pesados o metaloides que afectan la salud en la medida de su concentración.
El propio titular de la dependencia, Felipe Tito Lugo Arias, ha señalado en diferentes ocasiones que cuenta con un laboratorio de alta tecnología para analizar las muestras de agua que se extraen de las diferentes fuentes de abasto de los jaliscienses, pero los resultados de dichos estudios de vanguardia se quedan en la opacidad.
No solamente son ocultados a la población, sino que estos análisis, a pesar de arrojar concentraciones fuera de la Norma Oficial Mexicana (NOM) 127 de diferentes componentes peligrosos, no consiguen que las autoridades ambientales y sanitarias del estado se movilicen para evitar su consumo y gestionar procesos de saneamiento.
Lejos de ello, han utilizado dichos resultados técnicos para fines políticos.
El 24 de diciembre de 2013 la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) citó a una conferencia de prensa para informar que de los 125 municipios del estado, 90 presentaban niveles deficientes de cloración así como metales pesados fuera la NOM 127; sin embargo, su mensaje principal era que clausurarían el pozo ubicado en el fraccionamiento Nueva Galicia, de Tlajomulco de Zúñiga, gobernado en ese entonces por el actual diputado local Ismael del Toro Castro, emanado del partido Movimiento Ciudadano (MC).
Los otros 89 municipios que la secretaría advirtió con mala calidad del agua consumida por la población, con base en los estudios elaborados por el laboratorio de la CEA, no fueron clausurados. En ese momento, el ex titular de la secretaría, Jaime Agustín González Álvarez, se excusó señalando que solamente contaban con los análisis de ese pozo, aunque admitió que todos los demás también tenían metales pesados por encima de lo permitido.
De ese día a la fecha han sido inexistentes las alertas sanitarias por el flúor en el agua de Los Altos, el arsénico en Teocaltiche o el manganeso en Acatic. Aunado a estas omisiones, el titular de la CEA negó en abril que existieran concentraciones de metales pesados en exceso en el agua en municipios fuera del área metropolitana, sin que se hayan realizado labores de saneamiento o recuperación en los 90 municipios que en 2013 reportaban mala calidad del recurso.
En contraparte, quien sí reconoce estas afectaciones ambientales es el actual secretario de Salud, Antonio Cruces Mada, pero lejos de decretar vedas como lo hizo en Tlajomulco su antecesor, el funcionario ha minimizado los efectos nocivos a la salud de quienes consumen y están expuestos a este recurso riesgoso.
Pero no solamente las personas que se abastecen de acuíferos en todo el estado consumen agua de deficiente calidad, sino también quienes la toman de afluentes superficiales como ríos o presas, pues las plantas encargadas de potabilizarla están principalmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
¿Quién puede garantizar que el agua de Jalisco no nos enfermará como ya lo hace en diversos municipios? Actualmente, bacterias, organismos fecales, minerales e incluso metales pesados son los principales contaminantes del líquido en algunas cuencas de Poncitlán, Chapala, Juanacatlán y El Salto, entre otros.
Desde hace algunos años se ha alertado a las autoridades de salud por diversas enfermedades ocasionadas por la contaminación del agua, como daño renal, dermatitis, diarrea y dolores de cabeza e incluso la sospecha de cáncer.
Uno de los casos más graves es El Salto, donde existen el vaso regulador de Las Pintas y la Presa El Ahogado, en los cuales el agua no es clara, persiste la espuma y el constante olor a putrefacción es una de las características principales. Son cauces delimitados por aguas residuales en los que todavía muchas personas se atreven a nadar y pescar, y que arrastran la contaminación del río Santiago hasta Juanacatlán.
En este punto, distintos colectivos, fundaciones y asociaciones como Un Salto de Vida han señalado que en la zona existen más de mil personas enfermas, la mayoría con padecimientos renales y cáncer. El problema está marcado por la historia de Miguel Ángel López Rocha, de 8 años de edad, quien murió luego de haber estado en coma tras caer al cauce, en 2008; la SSJ reconoció que el menor presentó niveles de arsénico de al menos 400 por ciento más altos que el máximo permitido en la sangre y la causa de la muerte se determinó como falla orgánica múltiple e intoxicación aguda por arsénico.
Y este año la atención la acapara el caso de enfermedades renales en población joven de San Pedro Itzicán y Agua Caliente, delegaciones de Poncitlán. Desde 2009, médicos señalaban problemas en los habitantes, mientras que especialistas ambientales aseguraban que existían altos niveles de azufre, manganeso y cloro en el agua del pozo; hoy en día, tanto la SSJ como el gobierno municipal, investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y la CEA insisten en que este mal es multifactorial y no sólo causado por el agua, además que, de acuerdo con sus estudios, el pozo no provee líquido con metales pesados ni minerales que afectan la salud.
Un factor básico para garantizar que se consume agua medianamente segura es someterla a un proceso de potabilización. En el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) existe para quienes se abastecen de las redes del Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (Siapa), que cuenta con tres plantas en la ciudad. Sin embargo, el agua potabilizada llega a pocas personas en el resto del estado.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en todo Jalisco hay solamente 19 plantas de potabilización distribuidas principalmente en el centro, Puerto Vallarta, otras en el sur, en la región Valles y Altos. Ninguna en el norte del estado.
Otro panorama lo da la CEA. Para esta dependencia local hay 38 plantas de potabilización, mientras que el programa hídrico del estado reconoce esta infraestructura de saneamiento en solamente 15 municipios: Guadalajara, Casimiro Castillo, Cuquío, Cihuatlán, Magdalena, Manzanilla de la Paz, Unión de Tula, San Miguel el Alto, San Juan de los Lagos, Tala, Teocaltiche, Tepatitlán de Morelos, Teuchitlán, Cañadas de Obregón y Yahualica.
Para el coordinador del Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua, Juan Guillermo Márquez Gutiérrez, hay un abandono institucional en los tres niveles de gobierno hacia el interior de Jalisco en detrimento de la calidad de vida de la población que se abastece de agua de mala calidad, pues a pesar de que las autoridades nieguen o minimicen el problema, el conflicto es grave.
“Hay muchos focos rojos en el interior del estado, se ha hablado de que 98 municipios padecen problemas de metales pesados. No es una cosa menor, es un grave problema de salud pública”, consideró el especialista.
“Creo que ahora con estos problemas de salud que están surgiendo estoy pensando en hacer una especie de guía para establecer un diagnóstico en todas las regiones y los municipios de la calidad del agua, con estudios, con protocolos a los que deben de apegarse y que se aborde el tema de manera seria, porque no podemos ser ajenos ante situaciones como éstas”.
El flúor es un elemento químico no metal presente en la naturaleza que se encuentra en la corteza terrestre y, por ende, en alimentos y en el ser humano en concentraciones muy pequeñas. De hecho es benéfico para la conformación ósea, de ahí que se utilice en tratamientos de fortalecimiento dental.
Si se absorbe con frecuencia en concentraciones elevadas es tóxico para los humanos, reacciona con violencia contra los huesos, provocando osteoporosis, daños neuronales –principalmente en niños–, así como en riñones y músculos, por mencionar algunos efectos asentados en diferentes publicaciones de carácter científico.
En el medio ambiente el flúor que liberan las industrias no se elimina. Se transporta en el viento y se acumula en suelo, agua, plantas y alimentos, que a su vez se transmiten a través de la cadena trófica, es decir, se queda en animales y vegetales que son consumidos por las personas.
En la región de Los Altos de Jalisco históricamente ha habido concentraciones de este halógeno en el agua hasta 10 veces por encima de lo permitido. Esto lo reconoce el propio técnico de la CEA, Luis Aceves Martínez.
Para el coordinador del Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua es un conflicto de alta prioridad. “Es una lista enorme de efectos y el amarillamiento de los dientes es lo menos grave, va mucho más allá. Lo preocupante es la tendencia a minimizar, a hacer simplista un grave problema de salud”, dijo Juan Guillermo Márquez.
“El flúor tiene una gran cantidad de afectaciones para la salud, lo consideran como un veneno. Literalmente está tomando veneno la gente de Los Altos, prácticamente en los municipios de esa región, San Juan de los Lagos, Lagos de Moreno, Encarnación de Díaz, prácticamente todos”, incluso en esa zona donde sí hay plantas potabilizadoras.
Por otro lado, en la zona de Los Altos de Jalisco, el río Lagos es una de las afluencias contaminadas que afectan de manera considerable a los habitantes de Lagos de Moreno y demás municipios. En este caudal, que va desde el Puente de Moya hasta el barrio El Refugio, se presentan olores fétidos y la proliferación de zancudos, moscas y ratas que provocan infecciones intestinales y reacciones dermatológicas en los habitantes.
Desde 2013 se alertó que éste recibe desechos sanitarios, residuales y basura de todo tipo. Además, las cosechas de los agricultores se ven afectadas, pues por necesidad se riegan con aguas negras; al llegar a la mesa de los jaliscienses provocan enfermedades gastrointestinales si no se lavan adecuadamente.
Guillermo Márquez Gutiérrez señala que hay problemas de metales pesados en pozos de la Costa Sur, Valles y Ciénega, como lo sucedido en el poblado San Pedro Itzicán, en Poncitlán, pero también hay conflictos por contaminación de cuerpos de agua como el lago de Chapala y la zona de las lagunas, donde incluso la gente ha comenzado a reunir firmas para pedir ayuda.
“Todas las regiones tienen problemas, la región Sur, Costa; no hay una región que podamos considerar sin riesgos ni contaminación. El mayor impacto se produce en donde hay mayor densidad de población”, comentó.
“La mayor parte de los municipios del interior del estado hay porcentajes que en 90 por ciento se abastecen de agua de pozos, no tenemos conocimiento que haya plantas de tratamiento para agua de pozos. Algunos expertos coinciden que es más fácil potabilizar el agua superficial, pero no es el caso de la lago de Chapala, porque trae descargas de industrias y metales pesados muy elevados”.
Aun con los problemas de contaminación por descargas urbanas e industriales clandestinas al lago de Chapala, éste aporta 60 por ciento del volumen del agua que llega a la AMG, previamente potabilizada.
Uno de los factores principales que inciden en la grave contaminación de la principal cuenca de Jalisco, que también es la más grande del país, Lerma-Santiago-Pacífico, es el fracaso de las políticas públicas nacionales y regionales diseñadas para controlar las descargas y sancionar a los infractores.
Así lo indica la investigadora de la Universidad de Guadalajara y presidente del Instituto de Derecho Ambiental (Idea), Raquel Gutiérrez Nájera, en su estudio denominado Región Hidrológica VIII Lema-Santiago-Pacífico: elementos para la construcción de una política pública.
En el documento, editado en 2015, se establece que el saneamiento de esa cuenca ha sido diseñado para no implementarse, pues los gerentes de cuenca no están dotados de autonomía para la gestión del cauce, no ejercen recursos ni tienen capacidad de sanción ni control sobre lo que ocurre en el cuerpo de agua, facultades que recaen en la Comisión Nacional del Agua, órgano rebasado que ha incumplido estas responsabilidades.
Para ello, la especialista propone la creación de una autoridad ambiental hídrica que se encargue de las anteriores responsabilidades, con una visión de largo plazo hacia 2050, en el contexto del cambio climático.
La importancia de realizar una verdadera gestión de esta cuenca radica en que 36 millones de personas en todo el país, en las cuales se incluye la población de Jalisco, se abastecen de este sistema hidrológico que atraviesa ocho entidades federativas, pero que al mismo tiempo presenta graves evidencias de degradación por contaminación excesiva de diferentes índoles.
El río Santiago arrastra contaminantes y descargas residuales, en su mayoría ilegales, desde Toluca y de un punto crítico que es Salamanca, en Guanajuato, donde la cuenca Lerma se une al río y se sabe que por años Petróleos Mexicanos (Pemex) realizó descargas; además, persiste la situación en Ocotlán, donde se puede observar el agua negra y pestilente muy cerca de la plaza principal. Todos estos factores llegan a los cuerpos de agua mencionados y al lago de Chapala, mismo que abastece 60 por ciento de consumo de agua en la Área Metropolitana de Guadalajara.
“En el caso del Alto Santiago, ahí encontramos una serie de problemáticas porque se presenta desde la parte de Arandas, que es donde se origina el río Zula, pasa por Ocotlán y Poncitlán. Nosotros estuvimos haciendo una serie de análisis y muestreos, y hemos encontrado que sí hay presencia de órganos clorados, principalmente fertilizantes e insecticidas. Tradicionalmente en el río Santiago tenemos muchas empresas que en sus países de origen no pueden operar y lo mismo tenemos en el Lerma. Los contaminantes vienen desde el origen del río Lerma, desde Toluca o a través de todo el recorrido vienen recogiendo los contaminantes y desembocan a Chapala”, explicó el miembro del Observatorio para Gestión del Agua en Jalisco José Antonio Gómez Reyna.
Los problemas de salud crecen en los lugares considerados como críticos; sin embargo, existen otros, como Ocotlán, donde las autoridades no han considerado el riesgo. Muchos activistas han luchado por la salud de los afectados, pero los representantes del gobierno y el sistema de salud han sido omisos.
“Los elementos que está habiendo en los ríos de Jalisco, pues evidentemente que hay daños al hígado, los riñones, al sistema nervioso central, ya se están manifestando. En nuestro ambiente ahora estamos teniendo el grave problema de la contaminación de caso todas nuestras cuencas, derivadas de las industrias e incluso las personas porque no tenemos plantas de tratamiento suficientes ni apropiadas. Como el río Santiago, que pasa por El Salto y Juanacatlán, donde en vez de ser un río de vida es río contaminado porque tiene descargas, en teoría, clandestinas. Estamos expuestos a una cantidad tal de contaminantes en el agua que ahorita se están observando los efectos”, aseveró la maestra en Salud Pública Rosa Leticia Scherman Leaño.
La laguna de Cajititlán es otra de las reservas de agua contaminada por coliformes fecales derivados de descargas residuales. Es un espacio que se ha transformado en una alberca que no tiene salida de agua, lo cual provoca que se estanque y tenga problemas con la limpieza y oxigenación, hecho que provoca que las popochas mueran y se pudran en la laguna. Las afectaciones de salud van desde los típicos dolores de cabeza, mareos e infecciones en la piel, hasta enfermedades respiratorias.
Recientemente el Ayuntamiento de Tlajomulco creó un área especial para atender los problemas de contaminación, diseñándose distintas estrategias para que el agua circule, para evitar que se viertan insecticidas y fertilizantes químicos y para extraer las popochas y convertirlas en fertilizante. Pero los resultados tardarán en notarse.
Las denuncias de sus pobladores son constantes, pero la atención de las autoridades de salud y las afectaciones crecen y muchas veces acaban con su vida; Poncitlán y El Salto son de las zonas con severos problemas de salud.
En el caso de Poncitlán, Agua Caliente y San Pedro Itzicán son las poblaciones con personas que presentan enfermedad renal. La mayoría de los afectados son niños y jóvenes menores de 30 años. La SSJ señala a 26 personas enfermas, mientras que el coordinador del Foro Socio Ambiental de Guadalajara, Enrique Lira Coronado, tiene un registro de más de 100 personas en San Pedro y 15 en Agua Caliente.
Y el investigador de la UdeG Felipe Lozano Kasten aseguró que los pequeños presentan problemas de enfermedad renal, desnutrición y déficit de aprendizaje.
“Hay niños con insuficiencia renal. Encontramos que cerca de 60 por ciento de los niños está tirando proteína. Y a la segunda prueba, de 400 niños, 25 a 26 por ciento de los niños del kínder repetían y decidimos hacer otro tipo de pruebas en la sangre, medición de niños, crecimiento, a revisar el desarrollo cognitivo. Y empezamos a mirar que sí tenían problemas en el riñón, desnutrición, parasitosis y daño en el cerebro. Y en lo personal no creo que sea el agua, sino multifactorial”, explicó el investigador.
Mientras que del tema de El Salto y Juanacatlán, el presidente del Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto, Raúl Muñoz Delgadillo, aseguró que son miles los afectados, principalmente por enfermedad renal y cáncer.
“En la zona de la Presa El Ahogado tenemos 668 personas afectadas con insuficiencia renal de todas edades y de los dos sexos. Otro es el cáncer y se nos han estado presentado en lo que va del año ocho decesos la mayoría por cáncer de próstata, páncreas y de pulmón. Ahorita en el número de problemas tenemos 237 personas documentadas afectadas con cáncer, la mayoría son mujeres; 137 mujeres y 23 menores de 40 años, y también hemos dado seguimiento a abortos espontáneos, y este año llevamos ocho casos. Y tenemos 2 mil 898 personas afectadas con problemas respiratorio, piel, ojos, digestivos. Todo es alarmante y crónico”.
“En Juanacatlán, en la colonia más cercana al río, fácilmente te das cuenta de que la mayoría de las viviendas está abandonada. Y fácilmente podemos encontrar unas 100 personas afectadas y es grave también”, agregó.
La Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios de Jalisco (Coprisjal) tiene identificados problemas de cloración en Colotlán y Poncitlán; es decir, que estos municipios no garantizan la potabilidad de su agua.
“Básicamente en donde más nos fallan es la cantidad de cloro, los niveles de cloro no son los adecuados. Este año los municipios más desobedientes que, en cierta manera que no cumplen, en la zona norte de Colotlán y por ahí tenemos a Poncitlán. Los niveles de cloro son 0.2 a 1.5, los límites permitidos, para determinar que ésa está siendo potabilizada. Y Colotlán y Poncitlán no llegaban”, aseguró el titular de la comisión, Dagoberto García Mejía.
Comentó que la Coprisjal es la encargada de identificar los riesgos a la salud que puede ocasionar la presencia de metales pesados, fluoruros y plaguicidas en el agua, pero actualmente no tienen identificadas zonas de riesgo.
“Identificadas como tal y señaladas como de alto riesgo no tenemos en este momento algunas zonas, porque en cierta manera esta responsabilidad de vigilancia de cuencas, ríos y lagunas le corresponde a la Comisión Nacional del Agua. Hasta este momento hemos encontrado estos elementos, pero están dentro de lo permisible”.
“Lo que tuvimos en San Pedro Itzicán, tenemos fluoruros y nitrofuranos, que son dos elementos muy importantes en contenidos de agua que puede dañar al ser humano”, agregó.
Y precisó que realizan muestreo cada mes en todos los municipios, para revisar si existen estos elementos, metales pesados, fluoruros y plaguicidas, porque “provocan lesiones a nivel renal, hepático a largo plazo”.
Entre las acciones que han realizado las autoridades se encuentra el tratamiento para los enfermos renales por parte de la Secretaría de Salud, así como estufas ecológicas en San Pedro Itzicán; sin embargo, hasta ahora la atención a los problemas de salud en las otras regiones no se percibe.
“Lo más grave es la gran omisión de la Secretaría de Salud local y nacional, de no iniciar el estudio epidemiológico que hace siete años recomendó la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. La negativa tajante, la desatención del gobierno estatal y federal es grande. Los ayuntamientos siguen descargando sus aguas y no se están tratando. No hay voluntad política. Tuvimos un acercamiento con los diputados federales de la Comisión del Medio Ambiente, los cuales se comprometieron a venir a hacer un recorrido”, comentó Muñoz Delgadillo.
“Hay que hacer un muestreo y determinar exactamente cuál es la característica. Nosotros tenemos normas muy laxas en relación con los nuevos contaminantes, ahorita existen otros que se llaman persistentes y emergentes también, y sobre esos tenemos que hacer estudios”, agregó Gómez Reyna.
Acceder al agua potable es, para miles de jaliscienses, un derecho aún sin cumplirse.
Lo pagan con su salud.