INICIO > ZMG
A-  | A  | A+

Un cumpleaños en el olvido

ÍCONO. Durante gran parte del siglo pasado fue un emblema de la ciudad y hoy pasa desapercibido entre decenas de edificios (Foto: Grisel Pajarito)

Cuando nació, fue la novedad y durante 40 años se ostentó como el símbolo de modernidad en Guadalajara.

Hoy, a sus 52 años, el Condominio Guadalajara es indiferente a la ciudadanía, albergando en sus 24 pisos útiles oficinas, despachos de abogados, dentistas y hasta casas de empeño. También tiene un mirador y dos sótanos.

En 1963 entró en operaciones este rascacielos –diseñado por el arquitecto Julio de la Peña Lomelín– convirtiéndose en ícono de la ciudad al ser el edificio más alto fuera de la Ciudad de México.

Antes que éste, sólo estaban las torres de la catedral, pero con el crecimiento vertical, el puesto le fue retirado en 2002.

La idea original, basada en la arquitectura moderna de esa época, planteaba una plaza pública que separaba al edificio de la calle; actualmente, la explanada es privada y está rodeada de una reja, además de albergar locales comerciales.

La ampliación de la avenida 16 de Septiembre benefició el levantamiento de este edificio, cuya primera piedra se colocó en 1962.

Durante su construcción, se encontró un arroyo subterráneo que tenía bastante agua y que, al parecer, alimentaba el río San Juan de Dios, fuente de abastecimiento durante muchos años.

El Club de Industriales de Jalisco tuvo su primera sede en el Condominio Guadalajara para después trasladarse a sus oficinas actuales, en Francisco Javier Gamboa y Morelos.

El condominio ha sido víctima del fuego en dos ocasiones; la más grande, en la década de los 80, donde se quemaron los pisos 23 y 24 del inmueble.

El siniestro fue de los más recordados, puesto que por la altura, los bomberos enfrentaron grandes dificultades para salvar tanto a las personas como al edificio.

En la actualidad, el inmueble pasa inadvertido ante la gente que transita por la avenida 16 de Septiembre, su altura ya no asombra, pues es opacada por la del Hotel Riu, de 215 metros.

“Yo no sabía, es más ni me había fijado qué tan alto estaba”, dijo Andrea Pulido Patiño, una trabajadora de 36 años y quien todos los días pasa frente al condominio.

Alrededor, sobre todo a espaldas del edificio, por la calle de Manzano, fincas abandonadas y cristales rotos sobre el piso son una pista de lo que cada noche ahí se vive.

“Hay mucha inseguridad, aquí le dan cristalazos a los carros y hay muchos drogadictos”, reveló una persona que trabaja en la zona y quien no quiso dar su nombre.

No obstante el olvido de lo que significó su construcción, modernidad, retos y crecimiento, el Condominio Guadalajara sigue siendo una referencia importante en las postales de la ciudad.

 

DN/I