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India, un país de amores y odios

(Foto: Sonia Serrano Íñiguez)

Con la India se puede tener una relación de amor y odio. Es un país de contradicciones y contrastes, pero sobre todo de desigualdades, afirmó el escritor español Javier Moro, quien conversó con la mexicana Margo Glantz sobre el invitado de honor de la Feria Internacional del Libro. Él, desde la visión de alguien que se confiesa apasionado de la India, ella como turista.

Moro, premio Planeta de Literatura en 2011, hizo una serie de relatos sobre esas cosas que le hacen amar a la India, un país que visita una vez al año; mientras Margo Glantz, premio FIL de Literatura en Lenguas Romances en 2010, compartió sus historias de tres visitas como turista.

Ambos han escrito libros sobre India.

Para el escritor español, autor de El Sari Rojo, una historia polémica que ante la censura en la India tuvo que esperar para salir cinco años, definir a ese país es complicado, empezando por tener una población de mil 300 millones, en cuyas diferentes regiones “no hablan ni el mismo idioma ni veneran al mismo dios ni comen lo mismo ni se visten igual. Es todo distinto. Sin embargo, sí les une una cosa, el sentimiento de ser indios. Yo siempre lo digo en España, donde somos más o menos todos blancos y más o menos todos católicos y nos odiamos a muerte. En la india es un equilibrio entre comunidades absolutamente diversas”.

Margo Glantz, por su parte, tocó el tema de las mujeres y lo lejos que están de los derechos conquistados por el feminismo. Contó la historia de una profesionista con quien coincidió en una serie de conferencias y tuvo un problema de salud, pero no permitió que ni una mujer médico la tocara hasta que lo autorizara su esposo, que estaba en la India”.

Javier Moro aprovechó para hablar del sistema de castas, el cual no puede romperse, aunque presuntamente haya sido erradicado y de los matrimonios arreglados, los cuales, dijo, no son tan malos, porque funcionan y duran décadas, mientras el amor resulta ser un mito en la sociedad occidental, arrancando las carcajadas de los asistentes.

Los dos coincidieron, eso sí, en la belleza de un país que en tres mil años ha cambiado muy poco.

jl