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Alondra y Sandra Paola: el problema no tiene distinción

INFIERNO. Alondra y su madre fueron asesinadas el 31 de enero en Poncitlán. La joven padeció violencia por parte de su pareja durante años. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

A los 14 años de edad Alondra quedó embarazada y su sueño de ser médico cambió por estar con Christopher, quien ya era mayor de edad y le impidió continuar sus estudios. Cuatro años después de comenzar con esa relación se alejó de su familia, incluso cuando hace año y medio nació su segundo hijo. Como la violencia en su contra era habitual, la joven y su madre acudieron el 31 de enero a denunciar a su pareja a una oficina del Ministerio Público de Poncitlán, pero hasta ahí llegó él y las asesinó a las dos.

Sandra Paola es una mujer brillante, lo que la llevó a conseguir una beca de excelencia académica en el Tec de Monterrey para estudiar Finanzas Internacionales y posteriormente ocupar un cargo directivo en la empresa HP. En 2010 se casó con su ex compañero de preparatoria, Alejandro, el padre de sus dos hijos, ahora de 4 y 8 años, y entonces comenzó un alejamiento con su familia, pero con el inicio de la pandemia de Covid-19 no aguantó más: les dijo que era víctima de violencia y comenzó un proceso de divorcio. El 4 de febrero, Alejandro aprovechó una visita a sus hijos, entró a casa de su ex, la golpeó e hirió con un arma blanca. Apenas hace unos días dejó terapia intensiva.

Al analizar ambos casos para un estudio que realizó, el Observatorio Ciudadano Jalisco Cómo Vamos determinó que la violencia en los hogares no conoce de edad ni de condiciones económicas y concluyó que se deben visibilizar los factores que contribuyen a ella.

Hace más de un año, Alondra intentó presentar una denuncia por la violencia física y la privación de la libertad a las que era sometida por su pareja, pero en la agencia del Ministerio Público le dijeron que los golpes no eran evidentes y le sugirieron volver a su casa.

El 29 de enero llamó a su padre y le pidió que la recogiera con ayuda de la Policía. La joven fue llevada a su casa y al día siguiente intentó denunciar, pero en la agencia le dijeron que primero debía solicitar una orden de protección. Tramitó el papel, pero las autoridades no le dieron apoyo policial a pesar de que ella les dijo que su pareja tenía armas de fuego. Un día después fue asesinada.

En 2021, cuando el proceso de divorcio de Sandra Paola estaba en marcha, una madrugada escuchó ruidos en su casa. Alejandro ingresó a su recámara, la golpeó, la violó y la mantuvo privada de la libertad durante tres horas. En respuesta, la mujer presentó una denuncia penal y le dieron un pulso de vida, pero sólo por 60 días porque no hubo más agresiones y el número de mujeres violentadas que lo requieren sigue en aumento.

Por fortuna, ambos agresores están detenidos.

jl/I