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Morir de frío

Nadie debería morir de frío. Y la semana pasada perecieron en nuestra ciudad tres personas por falta de cobijo. Al igual que las muertes por hambre o por falta de atención médica, los fallecimientos por hipotermia son una muestra de nuestro fracaso como sociedad.

No hay razón para que en una ciudad como la nuestra haya personas que mueran por frío. No eran alpinistas que se perdieron en la cumbre de una montaña, no eran viajeros a los que una helada ventisca sorprendió en el camino. Eran tres hombres que vivían en la calle y cuyas muertes pudieron haberse evitado fácilmente. Los encontraron cubiertos con cartones, con plásticos. Uno de ellos llevaba ropa ligera.

Es verdad que la semana pasada llovió y las temperaturas mínimas rondaron los 10 grados. Los tapatíos, que estamos acostumbrados al buen clima de la región, lo resentimos, pero no eran condiciones extremas. Por eso las muertes resultan tan absurdas. Con una chamarra, una buena cobija, un albergue se pudieron haber evitado.

Estas muertes son un llamado de atención a nuestra indiferencia frente a las personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad, especialmente por quienes no tienen la fortuna de contar con un hogar.

Cada vez son más las personas que viven en la calle, temporal o definitivamente. En enero de este año las autoridades municipales de Guadalajara calculaban que eran mil 400, lo que representaba un aumento de 75 por ciento. La cifra sigue en aumento y actualmente es de cerca de mil 800, según se informó la semana pasada.

Los procesos migratorios, las enfermedades mentales, el alcoholismo y la drogadicción son algunas de las principales causas del fenómeno.

Nos debería avergonzar que personas mueran de frío en nuestra comunidad. No deberíamos pasar por alto esta situación. Brindar algo de cobijo a las personas vulnerables es lo mínimo de lo mínimo que tendríamos que hacer.

Diversas instituciones públicas y organizaciones civiles tienen proyectos para atender a la gente que padece frío en la temporada invernal; algunas de ellas reciben donativos o trabajo voluntario.

El colectivo ciudadano Proa31 comenzó en 2017 a colocar en la ciudad percheros comunitarios. En cada uno de ellos hay un letrero que dice: “¿Tienes frío? Toma uno. ¿Quieres apoyar? Dona uno”. De esta sencilla manera, quien quiere aliviar el frío de otra persona no tiene más que dejar en el lugar alguna prenda. Quien la necesita, no requiere nada más que tomarla.

Con trabajo voluntario y la generosidad de muchas personas hay ya más de mil percheros en 15 estados del país y el proyecto sigue creciendo.

“Quienes requieren el apoyo no son solo personas que viven en la calle”, explicó Renata Ramírez, una de las impulsoras del proyecto. “El primer perchero lo pusimos en el puente de Lázaro Cárdenas y 8 de julio. No habíamos acabado de ponerlo cuando se acercó un señor que tenía mucho frío. Venía de Michoacán. Su esposa estaba internada en el IMSS por un infarto. Él llevaba varios días en la calle. No traía dinero ni ropa adecuada. Tenía miedo de morir de frío sin saber qué sería de su esposa. Ahí nos dimos cuenta de que son muchas y por diversas circunstancias las personas que necesitan esa ayuda”.

Los percheros funcionan durante todo el año y en ellos no solamente se dona ropa para el frío. También se pueden dejar despensas, agua, juguetes.

Si usted quiere colaborar con Proa31 puede acudir a donar en alguno de los percheros que se encuentran fuera de instalaciones de la Cruz Roja, Cruz Verde, secundarias públicas, prepas de la UdeG, del Servicio Médico Forense y en otros lugares.

También puede comunicarse con la organización para hacer donaciones o brindar trabajo voluntario a través de las redes sociales de Proa31 o al teléfono 3311 57 76 90. No permitamos que más personas mueran de frío.

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jl/I