El mantenimiento de una narrativa debe sustentarse en acciones concretas que respalden la dimensión simbólica que se quiere proyectar. De esta forma, el tema de la inseguridad en nuestro país, de acuerdo con los comunicados recientes del gobierno federal, ha vendido a la baja y, para ello, se han realizado diferentes ejercicios, más de corte semántico que de resultados que se puedan ver en el horizonte, precisamente, de la seguridad ciudadana.
El fin de semana pasado, se llevó a cabo una ejecución, directa y artera, sobre el presidente municipal de Uruapan. Al igual que en otros casos de presidentes municipales que han acaecido durante la presente administración, así como de dos colaboradores cercanísimos de la Jefa de Gobierno de la Ciudad México, que se han instalado en una ominosa contabilidad de la que no hay ningún tipo de resultado en las carpetas que se hayan abierto para el seguimiento de las responsabilidades que conllevan cada uno de los casos. De momento, ningún tipo de acción, o de seguimiento serio y puntual, han merecido esos atentados, cuya visibilidad política, requeriría una atención importante que no se ve que se haya puesto en marcha. A pesar de la alta estimación que tiene la presidenta en su papel de titular del Poder Ejecutivo, para la evaluación ciudadana no pasa desapercibida la falta de acciones y de estructura institucional que se refleje en un mejor estado de cosas en nuestro país.
En la reciente encuesta de Alejandro Moreno en ‘El Financiero’, se establecen varios indicadores que ilustran la forma en la que sus políticas particulares sobre temas específicos tienen un rango de apreciación diferente del que asignan a la presidenta como persona. De esta forma, en relación con su capacidad para generar resultados, de octubre del año pasado que contaba con 58 por ciento de confianza, pasó a 47 un año después. Poco a poco, la confianza asignada después de su inicio de gobierno ha venido decayendo en el ánimo de los ciudadanos. Por otra parte, en lo relacionado a temas complejos como la evolución de la evaluación tiene aspectos interesantes. Respecto al tema de Seguridad Pública, en mayo de este año la desaprobación estaba en 40 por ciento y, en octubre pasado, aumentó a 59. Sobre este mismo asunto, la confianza o aprobación, también cambió, de contar con un 48 por ciento de aprobación, en el mismo periodo analizado cambió a 37.
En el caso, muchas veces asociado al anterior como lo es la corrupción, la evaluación positiva pasó de 28 a 18 por ciento en el periodo de mayo a octubre del presente año. Respecto a la desaprobación pasó de un 65 a un 82 por ciento en el mismo periodo.
En la mañanera del lunes 3 de este mes, señaló que nos encontrábamos en un escenario producido por los ex presidentes Calderón y Peña Nieto y que parte de lo que le tocaba al gobierno era denunciar ese tipo de ilícitos.
Fortalecer las estructuras de un Estado de Derecho, constituyen puntos importantes en los que, al margen de la popularidad creciente del secretario de Seguridad, la certidumbre y seguridad, se deben colocar en el centro efectivo de las preocupaciones de este inicio de gobierno y, darles el peso a las políticas correspondientes, sin colocar en ese factor, la dimensión electoral.
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