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Benedicto XVI, el papa que encarnó la fuerza de la debilidad

(Foto: Agencia EFE)

El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI, comunicaba de forma inesperada su renuncia al pontificado y lo hacía "en plena libertad por el bien de la Iglesia" y por constatar que "le faltan fuerzas" para seguir en el cargo. La decisión del pontífice alemán, que comunicó en latín, era la primera adoptada por un papa a lo largo de la historia moderna de la Iglesia católica.

Sin embargo, el fallecido Benedicto, que pensó que su vida se agotaría poco después de su retiro, ha sido más tiempo emérito -más de nueve años- que “reinante” -ocho años-, lo que ha llevado a cuestionar la "debilidad" como razón oficial de su renuncia y a pensar en otros motivos, como "intrigas" o poder.

Benedicto XVI, de nombre Jospeh Ratzinger, nacido en la localidad alemana de Marktl am Inn en 1927 y doctor en Teología, fue el pontífice número 265 de la Iglesia católica y el séptimo jefe del Estado vaticano.

Contra todo pronóstico, fue elegido papa el 19 de abril de 2005, en el primer cónclave del siglo XXI, el primero más numeroso de la historia (115 cardenales de 52 países) y uno de los más breves: la fumata blanca se produjo al segundo día de cónclave y al cuarto escrutinio.

Guardián de la ortodoxia

Guardián de la ortodoxia más conservadora de la Iglesia, el teólogo alemán, llamado también el "cardenal Torquemada", comenzó su pontificado con fama de inquisidor, ya que durante más de veinte años estuvo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antiguo Santo Oficio, y como tal, fue el látigo de los teólogos de la liberación, sobre los que aplicó importantes medidas disciplinarias.

El Catecismo de la Iglesia, o el documento Dominus Iesus, que atribuye a la Iglesia católica la exclusiva de la verdad y la salvación, fueron algunos ejemplos de su rígida doctrina, así como la imposición del silencio sobre cuestiones de debate como el celibato sacerdotal, la comunión para los divorciados, el preservativo contra el sida o la fecundación artificial.

De él es su "Nota doctrinal" de 2003 en la que daba instrucciones "innegociables" a los políticos católicos para oponerse a las leyes sobre el aborto, la eutanasia o el matrimonio gay.

Los escándalos

Sin embargo, con no demasiado margen para hacer las necesarias reformas en la Curia a la que él perteneció, el papa alemán se reunió y pidió perdón en varias ocasiones a las víctimas de sacerdotes pederastas, uno de los escándalos que con más fuerza ha golpeado a la Iglesia católica y a su pontificado.

Fue el papa Ratzinger el que por primera vez en la historia de la Iglesia convocó en 2010 a todos los miembros del colegio cardenalicio previamente a la celebración de su tercer consistorio para tratar un asunto que a él también pasó factura.

En 2022, siendo papa emérito, tuvo que romper su silencio para pedir perdón una vez más y calificar de "vergüenza y dolor" la lectura del informe encargado por la Archidiócesis de Múnich que atribuía al pontífice no haber actuado al menos en cuatro casos conocidos de pederastia, cuando él era cardenal arzobispo de esa sede metropolitana.

Fue en esa época, cuando durante el cónclave del que salió elegido papa Juan Pablo I, conoció al polaco Karol Wojtyla, más tarde Juan Pablo II, del que fue su mano derecha, al que representó en numerosas ocasiones y al que ayudó a "poner orden en la Iglesia".

Pero fue el escándalo conocido como Vatileaks, el robo y filtración de documentos reservados del papa en 2012, lo que sacudió con fuerza su pontificado, ya que puso en la picota a la Curia romana, al desvelar intrigas en el pequeño Estado vaticano.

Precisamente, Vatileaks y los casos de pederastia fueron denunciados por la Santa Sede como una campaña para atacar al pontífice.

Sobrevolando el cielo de roma

El 28 de febrero de 2013, un año después del Vatileaks, y quince días después de su renuncia, Benedicto XVI, ya como papa emérito, sobrevolaba el cielo romano hacia su primer retiro en Castelgandolfo, una pequeña localidad a orillas del lago Albano.

Ese día, Benedicto, se convertía también en el pontífice que utilizaba la red social Twitter para despedirse de sus fieles, y lo hacía desde su perfil @pontifex, inaugurado bajo su papado en un alarde de innovación dentro de los muros leoninos que circundan la Santa Sede.

Con el propósito de permanecer "oculto al mundo", el papa alemán, que no obstante apareció en la vida pública en varias ocasiones, y algunas con polémica, provocó, con su sorprendente renuncia, una anomalía sin precedentes: dos papas en el Vaticano.

Benedicto XVI, el primer papa emérito, que para algunos personaliza "la fuerza de la debilidad", acababa en 1997 así su autobiografía: "he llevado mi equipaje a Roma y desde ya varios años camino con mi carga por las calles de la Ciudad Eterna. Cuándo seré puesto en libertad, no lo sé". Benedicto descanse en paz.

EH