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Resiliencia o recalentado de planes

Hace menos de un año, ante el planteamiento de académicos de la Universidad Panamericana, sobre el riesgo de depender en la ciudad principalmente del abasto de agua desde Chapala con un acueducto, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez rechazó la inversión en una segunda línea de conducción.

“Fue mi compromiso y lo sostengo: no se le va a sacar un litro más a Chapala. No podemos acabarnos el agua para resolver el abasto de la ciudad. Se mantiene ese compromiso, no se va a hacer un nuevo acueducto, pero sí vamos a continuar con el mantenimiento del sistema viejo que nos ha ayudado a aprovechar al máximo la dotación de agua a Chapala”, fueron sus declaraciones en mayo de 2022.

El mandatario cambió de opinión. Esto se puede confirmar en el documento sobre resiliencia hídrica de la ciudad que presentó en el Foro Mundial del Agua celebrado en Nueva York, al que asistió una comitiva de funcionarios públicos estatales.

Las contradicciones en la actual administración estatal no son una novedad, además que la declaración del gobernador en contra del acueducto se basa en una premisa que muchos técnicos han precisado: construir un segundo colector no significa sacar más agua al lago de Chapala, sino traer la que corresponde a la ciudad. Lo anterior, porque la capacidad del colector que funciona se ha reducido con los sedimentos y la imposibilidad para cerrarlo y darle mantenimiento integral.

La lista de proyectos que además se incorporaron, tanto para el abasto como el uso eficiente del agua y su saneamiento, está integrada por viejos planes, acciones sin definición de costo ni plazo y tareas que forman parte de las funciones ordinarias de las dependencias con atribuciones en este sector.

Más que un plan de ruta, las más de 20 acciones presentadas en Nueva York, al margen de una justificación para el viaje de la comitiva, dejan en claro que Jalisco sigue sin una gestión integral del agua.

Para el abasto, el gobierno del estado plantea el segundo colector, cuyo costo ni siquiera ha sido actualizado, además de la Presa El Zapotillo, proyecto que ya sabemos difícilmente traerá agua al Área Metropolitana de Guadalajara en la actual administración. Si bien es cierto que las obras de la presa se reanudaron, hasta el momento estas son exclusivamente para la perforación de la cortina, lo que garantiza a los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo que no se van a inundar.

En la lista también aparecen diferentes acciones tendientes al monitoreo y medición de caudales, disposición de agua, usos y distribución. Sin embargo, también en estos planteamientos se menciona que están en planeación y la inversión “por definir”.

Algunas tareas involucran al Siapa, entre las más importantes el monitoreo de la calidad del agua, la reducción de fugas y la integración de otros municipios del Área Metropolitana. Sin embargo, también en estos casos no hay datos concretos, pues están en planes y la inversión requerida tampoco se ha definido.

Otras acciones que permitieron llenar las páginas del documento, pero tampoco tienen definiciones concretas son la red de monitoreo de pozos y el cuidado de las zonas de recarga –que contraviene las políticas inmobiliarias que imperan en la ciudad– y solo se afirma que se han invertido 225 millones de pesos en 12 bosques urbanos.

En cuanto al saneamiento, se retoma el discurso de un avance importante en el río Santiago, la inversión privada en la planta de tratamiento de aguas residuales de El Ahogado y el reuso del agua tratada. Sin embargo, ya las organizaciones que dan seguimiento a este tema han aclarado que las condiciones de contaminación grave prevalecen.

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