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Pablo Lemus: un personaje agotado

Pablo Lemus llegó agotado a su segundo informe como alcalde de Guadalajara. El esfuerzo y la disciplina de mantener un personaje que ha demandado tanto histrionismo durante un largo periodo han tenido costos evidentes. En los mercados actuales, los productos artificiales pueden pegar de arranque, pero a la larga se vuelven pesados, difíciles de maniobrar. El “ánimo” –sello mercadológico de Pablo– evidenció un fuerte desgaste en el momento más crítico rumbo a la elección de 2024.

Si bien las encuestas del diario Reforma lo mantienen arriba, lo cierto es que, y de acuerdo con estos mismos ejercicios demoscópicos y algunos otros que vale la pena considerar, el alcalde de Guadalajara alcanzó su tope hace meses y ha perdido fuerza frente a sus rivales internos de Movimiento Ciudadano y a los candidatos de Morena.

El martes pasado Lemus se mostró errático como nunca, ciclado en un discurso y una puesta en escena que ya está muy vista. Se le vio incómodo frente a la gran expectativa que él mismo había creado, en parte, porque no pudo sacar ninguno de sus “ases bajo la manga”: Dante Delgado –el dueño de la franquicia naranja– no acudió al llamado y el gobernador de Nuevo León, Samuel García, asistió, pero no se destapó como candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, tal como lo esperaba el alcalde. Estas dos señales hubieran cambiado el entorno político dentro de MC a su favor, pero ninguna sucedió y lo que terminó permeando en la opinión pública fue la reiteración de Enrique Alfaro de que las decisiones de Jalisco se tomarán en Jalisco.

Unos días antes, presa de sus propios exabruptos, el alcalde de Guadalajara había calificado el informe del senador Clemente Castañeda, su adversario principal al interior, como un acto “simplón” y prometió que haría un llamado muy importante a la sociedad. “Mi informe del próximo martes tendrá un anuncio mucho más formal, mucho más arropado y mucho más grande que un destape simplón”, nos había adelantado. No fue así. No hubo ningún anuncio formal relevante, ninguna propuesta seria para resolver los problemas del estado, fue un simple destape, el enésimo de Lemus en los últimos meses.

Así, el segundo informe de Pablo estuvo lleno de él: entonación de locutor de radio, lugares comunes, buenaondismo, parafernalia y referencias tomadas de su narrativa diaria en redes sociales. Mariachi, tortas ahogadas, Paseo Alcalde, unas cuantas unidades deportivas, abrazos a su amigo Juan José Frangie, guiños excesivos al gobernador, muchas sonrisas y una aparente capacidad de improvisación que, de tan recurrente, ya se percibe como una burda actuación.

La ruta de Pablo para lo que viene se ve harto complicada. Seguir con la historia del “ánimo” y el optimismo frente a una población que demanda soluciones inmediatas, y que vive fuera de la burbuja de alegría que promueve el alcalde, se está convirtiendo en un arma de doble filo. Por otro lado, intentar la transformación del alcalde en un político serio y formal parece una misión imposible a estas alturas del partido.

Por último –y por si fuera poco– Pablo Lemus tiene un problema mayor: el político. El ex alcalde de Zapopan ha golpeado a la militancia y a los liderazgos de su propio partido en Jalisco una y otra vez. Se ha desmarcado de Alfaro en muchas ocasiones, ha minimizado los conflictos que ha creado, ha incumplido la mayor parte de sus acuerdos y ha despotricado en contra de personajes que hoy necesita, sí o sí, para cumplir su anhelo de ser gobernador de Jalisco.

Así las cosas, Pablo llega a la etapa de definiciones con una estrategia en crisis, un personaje muy desgastado y broncas políticas que no ha tenido la atención ni el tino de resolver. Veamos cómo termina de escribirse esta historia de mucho ánimo y no menos errores.

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jl/I