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Ciudad de México concentra el mayor número de etnias del país

(Foto: Especial)

CIUDAD DE MÉXICO. Muchos indígenas llegan a la Ciudad de México desde distintos puntos del país en busca de un buen empleo o crecer profesionalmente para mejorar las condiciones de vida de sus familias; sin embargo, la estancia es complicada para la mayoría de ellos porque se enfrentan a una dura discriminación.

Algunos a muy corta edad abandonan sus costumbres, a sus padres, sus amigos, mientras que otros migran en familia en busca del tan anhelado “sueño capitalino”, sin saber lo que el destino les pueda deparar.

Élfido Pérez es originario del municipio de Motozintla, Chiapas, pero la falta de trabajo lo obligó a salir de su pueblo para buscar mejores oportunidades de empleo en Culiacán, Sinaloa, donde padeció las consecuencias de la inseguridad, por lo que decidió probar suerte en la Ciudad de México.

Su estancia fue muy corta, sólo una semana duró en esta gran urbe, debido a que volvió a enfrentar la misma situación que truncó el sueño de tener una vida mejor.

"La verdad aquí es muy difícil, es muy complicada la vida; me vine de Culiacán porque allá robaban, me vine acá para ver cómo estaban las cosas (…) y encuentro lo mismo, me han robado igual y no se puede vivir aquí”, señala con gran decepción.

Tras esta difícil experiencia, Élfido tomó la decisión de regresar a su lugar natal, para reunirse con los 11 integrantes de su familia, ya que quedó decepcionado y no quiere seguir probando suerte, poniendo en riesgo su integridad.

“Me regreso a mi casa, me voy a donde es mi lugar de origen, Motozintla. Aquí también le he sufrido mucho, los ocho días que he estado acá me he quedado en la calle, derrumbado allá afuera de la delegación y ya no quiero sufrir más como sufría en Culiacán, Sinaloa”, relata.

En su pueblo, dice, no hay fuentes de trabajo y cuando sale alguna oportunidad, la jornada es "de Sol a Sol" y el salario es muy bajo, que apenas alcanza para sobrevivir. “No se gana lo suficiente como estar en una ciudad, pero me doy cuenta que estar en una ciudad no es vida”.

El caso de Élfido es de aquéllos que no encuentran en la Ciudad de México lo que buscaban, sin embargo, hay quienes llegan y, a pesar de las adversidades, logran establecerse, llegan a tener un empleo y con el tiempo un patrimonio para su familia.

Ciudad pluriétnica y plurilingüistica

Evangelina Hernández Duarte, directora general de Equidad para los Pueblos y Comunidades de la Sederec, señaló que es difícil el desenvolvimiento en la capital para muchos indígenas que sólo hablan su lengua materna, a diferencia de los jóvenes que viajan directamente a estudiar.

“Cuando se trata de familias, madres solteras, jóvenes que vienen en busca de un empleo, que vienen a trabajar en la construcción, que vienen a vivir de la artesanía, pues sí hay que decirlo, su visión de la ciudad se vuelve muy compleja”, comentó.

De acuerdo con la funcionaria, "si para nosotros es difícil movernos en la ciudad, para ellos que sólo hablan su lengua materna es mucho más compleja porque no saben desenvolverse en el transporte público, buscar una vivienda, así como ingresar a las escuelas".

Explicó que hay familias que vienen de sus comunidades con sus hijos y buscan ingresar a las escuelas, algunos que llegan a preescolar hablando su lengua y los niños de una forma se sienten ajenos, pues "no saben cómo pedir para ir al baño, cómo comentar que tienen sed, cosas muy básicas que se vuelven complejas cuando se trata de un tema de la lengua.

De acuerdo con la encuesta intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la Ciudad de México hay 8 millones 918 mil 653 habitantes, de las cuales 8.8 por ciento se autoadscriben como indígenas, es decir, alrededor de 785 mil.

Hernández Duarte, funcionaria de la Sederec, expuso que la mayoría de las poblaciones indígenas se concentran en las delegaciones Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Iztacalco y Venustiano Carranza.

En entrevista con Notimex, indicó que gran parte de ese grupo de personas que viven en la Ciudad de México son originarias de Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Veracruz, Chiapas, Chihuahua y el Estado de México.

De acuerdo con el Inegi, de las 785 mil personas que describen como indígenas, 129 mil hablan alguna lengua autóctona, lo que representa 1.5 por ciento de la población.

Actualmente en la Ciudad de México se hablan 55 de las 68 lenguas originarias que hay en el país, por lo que se considera una capital plurilingüistica; entre las que más se hablan se encuentran el náhuatl, con 30 por ciento del total; el mixteco, con 12.3 por ciento; otomí, con 10.6 por ciento; mazateco, con 8.6 por ciento; zapoteco, con 8.2 por ciento, y mazahua, con 6.4 por ciento.

Los indígenas provenientes de otros estados, incluso, los que son originarios de la capital mexicana, con el tiempo van perdiendo su identidad, su lengua, sus tradiciones, debido a la discriminación a la que se enfrentan.

Hernández Duarte señaló que hay padres que obligan a sus hijos a dejar de hablar su lengua para que no sean motivo de burla o violencia en las escuelas.

“Estamos trabajando para avanzar en el tema de la discriminación desde el gobierno, pero también hay que hacer un llamado a la ciudadanía porque es un trabajo que va empezando y cuando alguien dice que tenemos 500 años de retraso, pues entonces tenemos 500 años discriminando a nuestras poblaciones que son el origen de nuestra historia”, apuntó.

Entonces, agregó, es preciso dar un paso de reversa y empezar a valorarlos y darles la bienvenida, porque no es un asunto de aceptación ni de tolerancia, es un reconocimiento a lo que ellos implican en la Ciudad de México y a sus necesidades y derechos.

La funcionaria capitalina consideró necesario valorar su indumentaria y sus tradiciones por la representación cultural de México, “ya que todos queremos disfrutar de su gastronomía y sus artesanías, pero no queremos compartir el espacio con ellos”.

De acuerdo con Evangelina Hernández, otro problema al que se enfrentan las personas indígenas en la capital es que los padres salen a trabajar y sus hijos quedan al cuidado de sus abuelos, lo que ha provocado que muchos de ellos caigan en vicios, o sea más fácil que se integren a grupos delictivos.

“Hoy hemos trabajado con jóvenes de estas comunidades y hemos detectado que la discriminación los pone en una situación de vulnerabilidad ante temas de consumo de alguna sustancia inhalante, principalmente, o de temas como la inseguridad y la delincuencia que han sido captados por algunas organizaciones para usarlos para la venta de algún estupefaciente”.

La llegada y permanencia de las personas indígenas es muy complicada en la Ciudad de México, pero las ganas de superarse los llevan a sortear cualquier obstáculo para cumplir cada uno de sus sueños.

JJ/I