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Para entender la rabia femenina

Poder. La autora comparte cómo a través de los siglos el enojo femenino se ha visto como una sentimiento que debe esconderse y controlarse, distinto al masculino que es signo de carácter. (Foto: Especial)

Desde niñas, las mujeres son socializadas por sus propias familias para no enojarse. En los escenarios públicos, políticos, profesionales, científicos, artísticos y un largo etcétera se espera de la mujer que sonría y que sea serena referente a las cosas que le molestan. Que se calle al respecto. Que huya en lugar de enfrentar lo que la molesta. Contrario a la rabia masculina, que usualmente está relacionada con lo que solía llamarse carácter, o actitud.

En los debates políticos, por ejemplo las mujeres enojadas causan resistencia, casi aversión, y a las feministas que deciden tomar la palabra para defender las injusticias que las han oprimido por generaciones se les pide un tono cordial. “¿Por qué están tan enojadas?”

De esto habla Soraya Chemaly la escritora y activista estadounidense, cuyo libro, en español traducido por la editorial Océano como Rabia somos todas, aborda la importancia de abrazar la rabia y el enojo y manifestarlo abiertamente, pero sobre todo, enseñarles a las niñas que la rabia es normal y que tienen el derecho tanto como sus compañeros varones a decirlo en voz alta.

En entrevista con NTR, la autora contó cómo al llevar sus historias a varias partes del mundo se ha dado cuenta de cuántas mujeres necesitaban escuchar que la rabia es común y que se les estigmatiza por sentirla.

NTR. ¿Cómo te diste cuenta en tu historia personal que estabas reprimiendo tu ira?

Soraya Chemaly (SC). Un día me di cuenta que no tenía problemas cuando mi rabia la provocaban asuntos con mis hijos, pero no me dejaba sentirla cuando se trataba de asuntos que tienen que ver conmigo misma; la primera vez que me sentí expresamente enojada por los dobles estándares, por el peligro o la injusticia, fue por mis hijos, y muy poco después comencé a reflexionar que esas injusticias habían estado alrededor de mí toda mi vida y de cada mujer que conozco, ¿por qué era entonces que no podía sentirme capaz de defenderme a mí misma, pero sí me sentía capaz de defender a mis hijos? Es súper peligroso porque refuerza la idea de que somos primero que nada personas que debemos servir las necesidades a los otros y que está bien que nos expresemos como madres y nunca como individuos con derechos. Así fue que comenzaron las reflexiones del libro. Probablemente estaba en mis tempranos 30.

NTR. ¿Cómo crees que ha afectado esta socialización en temas como la lucha feminista alrededor del mundo que es descalificada?

SC. Ciertamente creo que el feminismo nació de un sentimiento de injusticia muy claro. Que las personas estén dispuestas a aceptar este sentimiento de enojo como una respuesta razonable a la injusticia es diferente. Algunas personas lo sienten, lo comprenden y pueden manifestarlo. Toma más tiempo para algunas personas llegar a ese punto, sobre todo para las mujeres que se encuentran en ambientes donde expresar su enojo  y defenderse puede ponerlas en un peligro de muerte más directo. En ese sentido es un gran privilegio y de libertad poder hacerlo, poder comenzar a cambiarlo. Casi cualquier movimiento social en contra de las injusticias requiere una buena cantidad de rabia, es la emoción que te alerta de que hay un problema, es lo más razonable que se puede sentir en esos casos. Hay que hablar de eso.

(Recorrido. El volumen se ha traducido a varios idiomas y la autora ha visitado diferentes países en busca de esas voces de rabia de mujeres.)
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NTR. Este mensaje ha hecho eco ya en seis países diferentes, pronto en ocho lenguajes, esto habla de un sentimiento generalizado…

SC. A donde quiera que vaya encuentro el mensaje extremadamente bien recibido por las mujeres, particularmente por las mujeres que se identifican como feministas, porque habla de sus propias experiencias, creo que mi libro simplemente dice en voz alta las cosas que todas nosotras hemos vivido, pero que hasta ahora habíamos mantenido en silencio, encuentro que eso es uniformemente real no importa de qué país estés hablando. Las respuestas son bastante consistentes en todos estos países, incluyen a las mujeres sintiéndose acompañadas en este resentimiento, en estas experiencias que las han marcado, se sienten mejor preparadas, me dicen, mejor equipadas y resilientes al respecto como resultado de entender este problema. Uno de mis objetivos con el libro era llegar las mujeres jóvenes, que este mensaje llegara temprano en sus vidas en lugar de tenerlo que concluir por sí mismas como yo hice, un poco tarde.

NTR. Aunque hay tantas feministas hablando de esto desde hace años, ¿por qué han cambiado tan lentamente las cosas?

SC. Lo que hemos hecho forma parte de una generación que está pasando información  a su manera, información que no se ha pasado a nuestras instituciones: no estamos hablando de esto en la casa con nuestra familia, no estamos enseñando a las niñas en las escuelas, el trabajo de la educación feminista tiene que ocurrir en lugares extra institucionales, en la cultura, en diferentes medios.

NTR. Hace poco escribiste un artículo sobre un incidente que ocurrió en un aeropuerto, en el que decidiste no expresar tu rabia hacia alguien que claramente había cruzado la línea, ¿qué has aprendido sobre tu propia rabia después de compartir este mensaje con tantas mujeres?

SC. Ahora sé lo que soy capaz de hacer cuando estoy enojada, en un momento inmediato difícil, antes hubiera guardado mi indignación y frustración en mí misma en lugar de dejar que ocurra, pero no estoy dispuesta a hacerlo más. Además ahora tengo una convicción personal, si tengo enojo y rabia respecto a algo que está pasando, ahora busco desafiar a instituciones, no lo haría jamás para avergonzar a un solo individuo. Pienso con calma y decido cuál es la medida más adecuada para cambiar esto. En ese incidente pude sentir toda la rabia recorriendo mi cuerpo, pero también sentí todas las condiciones con las que fui socializada, ya sabes “no digas nada, no causes una escena, no causes conflictos, no levantes la voz”. Fui capaz de decir algo en ese momento, a pesar de que estas cosas estaban en conflicto conmigo, eso fue importante porque si bien esa persona se había comportado de una manera sumamente inapropiada, como es un empleado de una institución, era de hecho responsabilidad de esa institución que eso no ocurriera nunca más.

NTR. ¿Eso recomiendas cuando se trata de movimientos sociales también?

SC. Absolutamente. En lo privado, el primer paso es reconocer cuando estamos enojadas, parece simple, pero es algo con lo que batallan muchas mujeres, de hecho ni siquiera les gusta decirle enojo, no les gusta decir que están enojadas, no quieren nombrar a sus emociones, algo que es de suma importancia para que podamos entender por qué la sentimos, qué la está causando, es muy diferente decir que estás triste. Entender el sentimiento, qué lo causa o quién lo causa puede dirigir la mirada a una solución mucho más práctica.

“Siento que ahora tengo mejores habilidades respecto al enojo, creo que sí hay que preguntarnos constantemente como podemos hacer mejor y más productivo ese sentimiento y cómo administrarlo en favor de algo que sea más contundente”

Soraya Chemaly, escritora

JJ/I