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Migración y los desafíos para 2025

La Organización Internacional para las Migraciones, en su informe 2024, señala el panorama mundial, las nuevas realidades, tendencias y medidas urgentes en torno a la migración. En el prólogo, su directora, Amy E. Pope, indica que “la migración es tan antigua como la humanidad misma. A lo largo de la historia, las personas han migrado en busca de una vida mejor, huyendo de conflictos o situaciones de inseguridad, o simplemente para encontrar nuevas oportunidades”.

Las razones fundamentales de la migración a nivel global que establece el informe son la búsqueda de mejores oportunidades laborales; las disparidades económicas entre países desarrollados y en desarrollo; los conflictos y la violencia; el cambio climático y los desastres naturales; factores sociales y familiares, como la reunificación y el acceso a servicios esenciales de educación y atención médica.

Migrar es un derecho humano, pero los migrantes en situaciones irregulares enfrentan mayores riesgos de explotación, abusos y exclusión de servicios básicos, lo que representa uno de los mayores desafíos del presente. El informe señala que incluso la migración se ha utilizado como herramienta política, exacerbando tensiones internacionales y desafiando los sistemas de asilo y protección a los migrantes.

El informe subraya la necesidad de políticas internacionales más inclusivas y centradas en los derechos humanos para abordar las complejidades de la migración global, y que las políticas que promueven una gestión adecuada de fronteras, documentos de viaje accesibles, apoyo durante el retorno y una integración efectiva en las comunidades de destino son claves para mejorar la seguridad humana.

El auge de grupos de ultraderecha que ocupan posiciones de poder en el mundo es un claro obstáculo para desarrollar políticas migratorias con enfoque de derechos humanos. Sus planteamientos se centran en políticas de cero tolerancia a la migración en situación irregular, deportaciones masivas, restringir derechos sociales como educación, salud y trabajo, cierre de fronteras y construcción de muros, creando una narrativa xenofóbica y discriminadora hacia solicitantes de refugio, asilo o que intentan conseguir un empleo más allá de sus países de origen.

Ejemplo de ello es el discurso del presidente electo de EU, Donald Trump, quien, durante su campaña, se refirió en reiteradas ocasiones al problema migratorio, calificando a las personas migrantes como delincuentes, criminales o con enfermedades mentales. También ha dicho que establecerá altos aranceles a países como México si no restringen sus políticas de tránsito a personas migrantes y que no hará negocios con naciones que se nieguen a deportarlos a sus países de origen. Además, ha señalado que los migrantes son un peligro para la seguridad de la sociedad norteamericana y que prohibirá las “ciudades santuario”, aquellos espacios donde las prácticas locales protegen a los migrantes de deportaciones masivas o de ser separados de sus familias.

Ningún país puede resolver por sí solo la crisis migratoria. Las personas que buscan mejor condición de vida fuera de sus países de origen tienen que contar con las medidas necesarias para la protección y un tránsito seguro. Las posiciones conservadoras de la ultraderecha impiden llegar a acuerdos comunes frente a una necesidad que debe abordarse con un enfoque humanitario y la más amplia protección de derechos, particularmente para la niñez y las mujeres.

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