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La disyuntiva de Pablo Lemus

De forma por demás anticipada, el pasado lunes apareció en el periódico Mural una encuesta electoral que coloca a Pablo Lemus, alcalde de Guadalajara, como el emecista mejor posicionado para alcanzar la candidatura a la gubernatura y como el rival a vencer para el resto de los aspirantes y partidos, algo que en estos momentos resulta lógico y creíble.

La encuesta –levantada a inicios del pasado diciembre por encargo del propio alcalde de Guadalajara– revela algunos datos interesantes y refrenda otras variables que son lugar común entre políticos, periodistas y consultores. Por ejemplo, no es una sorpresa que Morena aparezca como la segunda fuerza electoral del estado, 8 puntos por debajo de Movimiento Ciudadano –23 y 15 por ciento de las preferencias, respectivamente–, lo que sí es un hallazgo es que el presidente de la República tenga una mejor calificación entre los habitantes de Guadalajara que el propio gobernador de Jalisco. Según los datos, el 76 por ciento de la población tapatía aprueba a Lemus, el 59 por ciento a Alfaro y el 67 por ciento a López Obrador.

Sin embargo, una cosa son los números en bruto y otra la interpretación que se haga de ellos. Aquí planteo algunas hipótesis. En primer lugar, tenemos que hablar de la intención de la encuesta, algo por demás evidente: mostrar la fortaleza electoral de Lemus de cara a la elección de 2024. Pero ¿por qué Lemus necesitaría mostrar su músculo electoral con tanta anticipación?, ¿por qué adelantar los tiempos de la sucesión teniendo un amplio respaldo del electorado y una buena calificación como presidente municipal? Una respuesta posible es que Lemus sabe que los números le dan (en este momento), que son su principal argumento, pero también que el tablero político al interior de Movimiento Ciudadano no le favorece, sobre todo por su áspera relación con Enrique Alfaro, acuerdo que él mismo ha optado por tensionar y erosionar.

Si bien a Lemus le ha funcionado la estrategia (hasta hoy) y ha crecido a partir de sus disputas públicas con el gobernador y de construir puentes y acuerdos con otros actores políticos que están enfrentados con el inquilino de Casa Jalisco, caso concreto: Raúl Padilla, el gobierno federal y, más recientemente, Alberto Uribe; también sabe que Alfaro será un factor determinante (el más) para definir al candidato o candidata de MC a la gubernatura de Jalisco, sobre todo si el candidato de Morena a la Presidencia de la República es Marcelo Ebrard, con quien Alfaro mantiene comunicación.

Lemus tiene entre sus activos el gobierno de Guadalajara y de Zapopan, que no es poca cosa. Ha trabajado en los últimos tres años para constituirse como líder de una fracción naranja en Jalisco, es el jefe político del alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, incluyó a eficaces operadores que tienen años trabajando en la capital tapatía como Roberto Delgadillo, hermano de la diputada federal por Morena Claudia Delgadillo. Su brazo político alcanza a algunos diputados locales y federales.

En contraparte, si Lemus mantiene su pleito con Alfaro se ve complicado que logre ser candidato de unidad de MC y tendrá enfrente la estructura y el poder económico del gobierno del estado, la eficiente maquinaria electoral del partido y a un buen número de actores del ámbito político y electoral que se verían obligados a cerrar filas con el candidato o candidata del gobernador.

Conclusión, Lemus parece interesado en anticipar los tiempos porque se está jugando la gubernatura desde su primer año como alcalde de Guadalajara y para ello necesita posicionar la agenda electoral sobre la agenda de gobierno e ir construyendo una posible ruta alterna –al margen de MC–, para llegar a Casa Jalisco sumando distintas fuerzas políticas, incluida la Universidad de Guadalajara. La disyuntiva de Pablo Lemus es compleja: ser el candidato de Alfaro o construir su propia plataforma y enfrentarlo.

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