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El maestro después de pandemia

Nunca antes el maestro había tenido que reunir tantos atributos que en la actual era. La era en que maestros nacidos en el siglo pasado educan a los alumnos del nuevo siglo. 

En una entrevista me preguntaron cuáles serían las principales características de un buen maestro actualmente y esto es lo que respondí: amar a sus alumnos y demostrárselos. Inspirar, provocar, motivar a que sus alumnos descubran, investiguen, proyecten, hagan prototipos, generen conocimiento. Que finalmente sus alumnos sean mejores que el maestro. 

El maestro debe ser experto en el uso de la tecnología. El maestro debe promover los principios de vida, el ser cada vez más humanos a través de valores entendidos. No usar normas, reglamentos y leyes como una imposición, sino lograr que sus alumnos sean promotores de una mejor humanidad por convencimiento, por una inducción total del ser buenas personas que generan el bien. 

El maestro debe enseñar con el ejemplo a transformar la energía de los sentimientos en emociones constructivas. Mostrar a sus alumnos que demostrar sentimientos como el enojo, la tristeza, el nerviosismo, la alegría es bueno cuando se usa para crecer y no para decrecer, convirtiendo el miedo en pánico o la tristeza en depresión, o los nervios en ansiedad o el enojo en ira o la alegría en euforia desmedida, sino en energías positivas de explosión transformadora que los haga ecuánimes, congruentes, equilibrados y socialmente funcionales. 

El maestro debe provocar actividad en conjunto, colaborativa, en equipos. Nunca la competencia individual, sino competir y compartir. Evitar el protagonismo, la envidia, la deslealtad. La socialización, la empatía, el buen común se debe provocar. El maestro debe impulsar la creatividad a través del arte, la innovación del conocimiento, crear a través de su asignatura. 

El docente debe llevar a sus alumnos a vender sus ideas, a ser productivo con su aportación a la humanidad, a generar riqueza entre sus equipos de trabajo, a aportar y ser emprendedor. Enseñar que el dinero es un intercambio de su aportación y por lo tanto es algo valioso. Debe enseñar principios financieros básicos como ahorro, inversión, generación de valor. El maestro con el ejemplo debe provocar la salud, el ejercicio, la buena nutrición, el cuidado del cuerpo y del espíritu a base de buenos hábitos. 

Somos la generación más estática e inactiva físicamente de la historia del planeta y la más expuesta a factores de riesgo a la salud. El maestro debe ser ejemplo de vida, saberse público, debe renunciar y sacrificar por tener ese respeto y admiración de su comunidad educativa. El maestro no tiene horario ni lugar de trabajo y debe estar presto a seguir formando fuera de los muros de la escuela. El maestro es una vocación más que una profesión. La docencia es una de las actividades menos valorada en un momento histórico donde la cultura del conocimiento es vital y por lo tanto su remuneración adecuada y justa es la tarea más importante que la sociedad debiera empujar. 

jl/I