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Justicia a medias

La comunidad de Mezcala ha destacado por su histórica resistencia y defensa de su territorio. La semana pasada presenciamos otro gran ejemplo de reivindicación de su lucha comunitaria iniciada hace más de 20 años, misma que constituye también un respiro de esperanza para otras comunidades indígenas en el país que luchan contra el despojo de su territorio. El 4 octubre, por parte del Tribunal Agrario, se llevó a cabo la restitución de las tierras de la comunidad que fueron ilegalmente invadidas por el empresario Guillermo Moreno Ibarra desde 1999.

Más de 10 hectáreas del cerro El Pandillo lograron ser recuperadas; sin embargo, el camino ha sido difícil y muchas personas que iniciaron la lucha no alcanzaron a ver el cumplimiento de su sueño. Las y los comuneros enfrentaron violencia, ataques directos, amenazas, actos de desprestigio, manipulación de leyes en su contra. A la vez que fueron víctimas de encarcelamientos injustos, criminalización y persecución penal, donde varios de estos procesos fueron resultado de actos de corrupción y complicidad de las autoridades locales, y que aún no han culminado.

El proceso también ha impactado fuertemente a la comunidad, abonando a su fragmentación, ruptura de sus proyectos de vida y graves afectaciones en la salud y, por otro lado, el deterioro del ecosistema del cerro. Al pisar su tierra por primera vez después de décadas fueron evidentes los daños y las transformaciones del terreno provocadas por las desviaciones de cauces de agua, deforestación y diversas construcciones. Varias de las afectaciones se mantienen a la fecha y su reparación podría extenderse por generaciones, tal como ha trascendido por generaciones la lucha para recuperar el territorio.

Durante el acto de ejecución de la sentencia estuvieron presentes integrantes de la comunidad de todas las edades, a quienes une la defensa de su tierra. En particular, el territorio, tal como explicó Rocío Moreno, comunera de Mezcala, ha sido el refugio del pueblo y parte fundamental de su identidad, que ha permitido a la comunidad permanecer por siglos, ante la pérdida de su idioma y vestimenta tradicional. Por esta razón, el espíritu de resistencia se mantendrá vivo en el pueblo para seguir con los procesos jurídicos y continuar con la defensa de su tierra y la preservación de su identidad.

En este proceso de fortalecimiento de la identidad, tiene gran relevancia el anuncio de construir en las tierras recuperadas una universidad comunitaria. Este proyecto, a partir de la resignificación del territorio, podría servir a la comunidad, y transformar, desde compartir la memoria, historia, cultura y conocimientos del pueblo. Además, podría constituir un acto simbólico, y de reconstrucción del tejido comunitario afectado por las divisiones y conflictos generados por la invasión.

Aunque la recuperación de una parte de la tierra invadida es un gran avance de la lucha de la comunidad de Mezcala y el martes pasado fue un día de celebración, el proceso sigue y todavía hay pendientes para que la justicia se materialice por completo. Aún falta la devolución de otra fracción del territorio comunal que fue despojada por el mismo invasor y que se detenga la criminalización en contra de las personas comuneras, reconociendo su inocencia, y confirmando que sus acciones formaron parte de la legítima defensa del territorio.

Por otro lado, a pesar de su gran trayectoria, a la fecha la comunidad coca de Mezcala no ha sido oficialmente reconocida como una comunidad indígena, lo que ha afectado el desarrollo de los procesos jurídicos en la defensa del territorio, puesto que no se consideraron en los mismos sus derechos, así como sus sistemas de organización, y usos y costumbres.

Finalmente, el Estado y las personas particulares responsables por los daños tienen la obligación de brindar las medidas de reparación necesarias a fin de que puedan sanar los impactos individuales, familiares, comunitarios, sociales, ambientales y económicos ocasionados a raíz de la vulneración a los derechos del pueblo. Sólo así podremos hablar de que la justicia es una realidad.

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JB