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La Primavera: de bosque a parque

Un lince arrollado, muerto, con su cuerpo destrozado, permanece tirado en el macrolibramiento mientras más vehículos lo despedazan; un enorme incendio, refulgente durante la noche, devora cientos de hectáreas de arbolado y sofoca con su humo a las colonias cercanas; cabañas y fraccionamientos que se adentran en el bosque, sin que ninguna autoridad detenga las construcciones. Son solo tres de las muchas imágenes que muestran cómo la destrucción de La Primavera avanza, aumenta y extermina la principal zona arbórea del Área Metropolitana de Guadalajara.

La Primavera se está muriendo. A la vista de todos. El bosque, en el mejor de los casos, se convertirá con el paso de los años en un parque, como advierte el investigador y ambientalista de la UdeG Miguel Magaña Virgen. La historia de los bosques demuestra que fueron aplastados por el crecimiento sin control de Guadalajara y los municipios aledaños. Por ejemplo, en el siglo 19 y todavía a principios del siglo pasado, el Agua Azul era un bosque con lago al que asistían las familias tapatías a divertirse. Se subían a una lancha, organizaban días de campo, se paseaban. De ese bosque no queda nada, salvo unos cuantos árboles. El lago desapareció. El bosque quedó reducido a un parque. Además, trozado para darle paso a la avenida González Gallo.

El Centinela en Zapopan pasó de bosque a un parque cercado, al que rodean fraccionamientos. Otra área arbolada quedó reducida, acotada, descuidada, en lo que ahora es el Parque González Gallo. El bosque zapopano El Nixticuil es devorado sin piedad alguna por empresas inmobiliarias, auxiliadas por autoridades de los tres niveles de gobierno que con su complicidad permiten que se construya en lo que debiera ser un área protegida por el bien de todos. En la barranca de Huentitán, una tras otra las autoridades tapatías se inclinan del lado del desarrollo inmobiliario Iconia. Lo que se pretendía que fuera un parque arbolado público es negocio privado en marcha.

Los cárteles inmobiliarios de Jalisco rigen los destinos no saludables de los habitantes metropolitanos. Donde había vida silvestre ahora pululan desarrollos; donde la naturaleza lucía espléndida ahora reinan el asfalto y el concreto; donde las laderas de cerros mostraban sus bellos paisajes ahora las viviendas alejan a los animales, destruyen la flora, acaban con los riachuelos. Los cárteles inmobiliarios son sinónimo de muerte.

Toda disposición jurídica se puede torcer si se tienen millonarios recursos, muchas relaciones en los ámbitos judicial y político, y autoridades ineficientes que no protegen lo que debieran.

La zona de El Bajío, importante por la captación del agua que se consume en la urbe tapatía, quedó desprotegida, a merced de nuevos y futuros negocios, como terminó siendo la Villa Panamericana. Durante meses se derramó combustible al río Caliente de La Primavera, que de protegida tiene casi nada. Los bancos clandestinos de material, prosiguen. Los basureros continúan. La siembra de agave en vez de árboles prosigue. Todos lo advertimos.

La construcción del macrolibramiento significó otra herida al bosque La Primavera. Abrirle paso a los vehículos automotores implicó invadir los pasos naturales de la fauna y deteriorar más la zona. Los llamados pasos de fauna están incompletos y son inútiles. Se abandonaron. Es común que vehículos atropellen venados, linces y otra fauna del bosque. Los animales buscan sobrevivir en un medio hostil en el que no importan sus muertes. Invadió el ser humano sus espacios. Esfuerzos como la Unidad de Rescate de Fauna Silvestre de Tlajomulco debieran reforzarse ya.

Lo poco hecho hasta ahora para salvar a La Primavera es insuficiente o inútil. Salvar el bosque es mejorar nuestra calidad de vida en el área metropolitana. Es ser uno con la naturaleza. Impidamos que La Primavera acabe convertida en un parque.

Twitter: @SergioRenedDios

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