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De tesis, plagios y su tráfico

Las tesis de licenciatura son más que un requisito para titularse. Posibilitan el desarrollo de la observación, el razonamiento y la curiosidad científica; representan la oportunidad para investigar acerca de un tema que apasione a los tesistas, para que luego lo desarrollen como una línea de investigación; ofrecen la vía para convertirse en especialistas de un campo científico; abren la posibilidad de generar conocimiento novedoso o aproximaciones a ello; refuerzan y amplían los aprendizajes obtenidos en el aula o de manera virtual; bien asesoradas y reguladas, enseñan a respetar derechos de autor.

Y algo más: las tesis universitarias elaboradas con estándares de calidad pueden ser el libro personal en ciernes, donde con adecuaciones el autor reflexiona, construye, inquiere, explora o añade una pizca de conocimiento al saber humano.

Sin embargo, en universidades públicas y privadas las tesis suelen infravalorarse o promoverse poco. Hay excepciones, pero en general favorecer las tesis enfrenta diversas problemáticas, entre ellas: a) las asignaturas sobre el método científico son pocas y en ocasiones las imparten docentes que conocen algo de metodología, pero que no son investigadores o no les apasiona la investigación; b) por tanto, tienen pocas experiencias que ofrecer a sus alumnos, salvo repetir mecánicamente el proceso de investigación, y asfixiarlos con sesiones aburridas o rutinarias.

c) La institución y sus directivos son presionados y/o están más interesados en la eficiencia terminal, en medir cuántos alumnos ingresan y cuántos egresan, y consideran que las tesis son un mero trámite que nadie debe reprobar, aunque sean pésimas; d) disponen de otras alternativas de titulación, más simples y menos exigentes, que para un sector de estudiantes pueden ser útiles, pero no para quienes pueden ser investigadores.

e) Las tesis aprobadas por cuerpos académicos pueden ser de mala calidad e impresentables; de ahí que escasas universidades cuentan con un repositorio de tesis de acceso público o abierto; f) el perfil de quienes ingresan a las universidades incluye a jóvenes con rezagos en sus aprendizajes, que poco leen, y tienen dificultades para el pensamiento lógico, la comprensión de ideas y obstáculos enormes para redactar sus reflexiones; g) el plagio es constante y reta a los asesores, lectores y sinodales, con alumnos que por diversas razones arman refritos de libros o investigaciones.

Es una lástima que un egresado no se titule por no poder o no querer presentar una tesis.

En el país, donde destaca Jalisco, opera un mercado negro con un tráfico importante de tesis universitarias. Se paga por la elaboración de tesis; se venden al gusto del cliente; se adaptan para aprobar la vía institucional hasta obtener un título universitario. Los plagios son una práctica común que no se merma con exhortaciones a favor de la ética ni con reglamentos de titulación obsoletos. Un asesor o un lector de tesis mal pagado o sin paga, abrumado por numerosas clases y el trabajo burocrático de las academias, sin respaldo de las instituciones educativas, deja pasar los plagios o no los descubre por el tiempo que exige una revisión exhaustiva; o lo peor, el docente participa en el tráfico.

El caso de la ministra Yasmín Esquivel, acusada de plagio en su tesis, puso en la agenda pública el tema. Cualquier plagio debe ser sancionado. El plagio es un punto oscuro en los programas de educación universitaria. El escrutinio público de funcionarios y políticos ayuda a conocer si su perfil es idóneo para los cargos que ostentan o desean.

En un mundo abrumado por personajes y comunidades que consideran sus creencias como verdades absolutas, infalibles, a prueba de cualquier crítica, los alumnos con mentalidad de investigador suelen plantearse preguntas y opinar con fundamento ante explicaciones últimas y definitivas de la realidad. De ahí que fomentar las tesis universitarias sea una vía hacia el pensamiento crítico y científico.

Twitter: @SergioRenedDios

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