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UdeG debe abrir debate sobre calidad educativa

IRREPETIBLE. Chacón cree que no es posible que surja otro personaje como Padilla López en la UdeG. (Foto: Archivo NTR/AH)

La salida de Raúl Padilla López de la ecuación política que daba estabilidad y sentido a la Universidad de Guadalajara, (UdeG) debe ser el comienzo de un debate profundo, autocrítico y lúcido sobre la calidad de la educación y la investigación que produce la casa de estudios, consideró el coordinador del Observatorio Ciudadano Jalisco Cómo Vamos, Augusto Chacón Benavides.

“La muerte de Raúl Padilla es como volcar el tablero, las fichas vuelan al levantarse de la mesa tan abruptamente y esto genera un contexto tergiversado que cambia las reglas y la lógica”, señaló.

Al estar Padilla 34 años al frente abierta o soterradamente, “hay un impacto para toda una generación. No es cosa menor, pensando la cantidad de profesionales formados bajo su figura y de políticos que volteaban a ver lo que hacía o no, y esto no es necesariamente un cumplido”.

A comienzo de los años 70 la Universidad tenía 14 mil alumnos y ahora tiene 300 mil. “Nunca se había visto algo tan masivo, una capacidad de extensión que nunca se pensó llegaría a tener, y eso fue fruto de un hombre trabajando en un contexto donde otros lo apoyaban. Hay que pensar que la FIL no fue sólo una realidad por su propia voluntad, sino porque el entonces gobernador Enrique Álvarez del Castillo consideró que valía la pena, e incluso el entonces rector, Enrique Alfaro Anguiano”.

Entonces, para entender al personaje de Raúl Padilla López, es “muy importante entender el contexto, Padilla no se explica sin la Guadalajara de los 70, 80 y 90. También como fruto de su inteligencia y tenacidad, de saber de lo que quería, pero en un contexto que lo permitía, entre un partido único, una prensa acotada y un presidente todopoderoso. Yo creo que el contexto ya no da para ese tipo de protagonismo y por eso no creo que sea posible otro personaje como él”.

Sin embargo, personajes como el rector Ricardo Villanueva Lomelí; el ex rector Tonatiuh Bravo Padilla; el ex secretario general Alfredo Peña Razo o el hermano y también ex rector, Trinidad Padilla López, se formaron en esas lógicas y reglas (quizás la excepción sea Villanueva Lomelí, que es mucho más joven), “y el tipo de lucha en que se formaron, ya no está, las condiciones cambiaron”.

Así, “la Universidad deberá reinventarse como una democracia real, pero darle contenido. ¿La democracia de un grupo colegiado? ¿O la Universidad pensada como ente académico, productor de conocimiento y de relaciones sociales, y a partir de allí construir su legitimidad?”.

Chacón Benavides señaló que desde la reforma de 1993 “el convidado de piedra fue el mundo académico” y eso explica el crecimiento cualitativo dispar. Hoy, la ausencia de Padilla conduce todo a un gran debate sobre la calidad educativa.

“Habrá que preguntarse si la calidad del Centro Cultural Universitario, del Museo de Ciencias Ambientales, del Teatro Diana, del Telmex, de Papirolas, corresponde con la calidad que hay en aulas, con la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje, con la calidad con que salen los alumnos”.

La respuesta para Chacón es que no. Hay zonas de la Universidad donde ni siquiera hay papel sanitario y la asistencia de los profesores no está garantizada. También cree que no era una disyuntiva: los recursos nunca han sido suficientes, pero evidentemente “lo que alteró la ecuación fue que se impuso la visión unipersonal de Padilla: lo que hizo lo llevó al éxito, pero lo otro no ocurrió, a la Universidad le hace falta subirse a esa ola de calidad global”. Y esto pasa por los ingresos dignos de los profesores, por su asistencia permanente, por los espacios adecuados y por los egresados exitosos. “Es, de cualquier modo, un camino que Raúl Padilla ya había dejado abierto para transitar…”.

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