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Alfaro, construcción de un maximato (VI)

Imposible no aludir en este breve repaso del control político y social que ha buscado, y logrado en buena medida, el gobernador Enrique Alfaro sobre la sociedad civil, la prensa, los poderes públicos y los partidos supuestamente de oposición en Jalisco, a los intereses y compromisos que tiene con los empresarios.

Alfaro ha sido hábil en venderse a la opinión pública como representante de los intereses de la sociedad, pero su extracción social entre las élites de la sociedad tapatía resulta tan clara como su cercanía con algunos capitales inmobiliarios que han figurado en el primer plano, al menos desde que asumió la alcaldía de Tlajomulco, en 2009. Es imposible cerrar los ojos al auge de fraccionamientos como Capital Norte (“el proyecto urbano más grande del área metropolitana de Jalisco, donde dos de las más reconocidas desarrolladoras inmobiliarias del país, GIG y TyA, unieron esfuerzos para crear una verdadera comunidad”, dice el sitio web oficial),, que explota de forma al menos polémica un bien ambiental público: el bosque del Nixticuil, en Zapopan; Capital Sur, donde el gobierno municipal de Tlajomulco cedió un carril ¡central! de la avenida López Mateos, la más saturada de la ciudad, para que los empresarios hicieran su paso a desnivel de ingreso al fraccionamiento; Terrazas, en cerro del Cuatro, donde los planes parciales fueron acomodados para hacer posible ese y otros fraccionamientos que saturan el área.

GIG es la inmobiliaria de la familia Gómez Flores. El ex senador Raymundo, de militancia priista, cuyos negocios inmobiliarios fueron fuertemente favorecidos durante los años del gobernador Enrique Álvarez del Castillo (1983-1989), y que en los años del presidente Carlos Salinas de Gortari saltó a las ligas mayores del país con la adquisición de DINA y de Banca Cremi, fue un multimillonario siempre sospechoso (ver https://expansion.mx/expansion/2011/09/14/rafael-y-raymundo-gmez-flores). El hoy gobernador, al asumir como alcalde de Guadalajara, lo reconoció como su verdadero mentor. Y para que no quedaran dudas, apenas hace un año, el 23 de junio de 2022, Alfaro le dio el reconocimiento “René Rivial León” por su trayectoria empresarial.

GIG es socio frecuente de una de las inmobiliarias de los primos de Alfaro: TyA (Tierra y Armonía), de la familia Errejón Alfaro. Esta empresa ya era famosa desde los años 90, pero su salto al estrellato es paralelo al auge del alfarismo.

Independientemente de la polémica sobre el éxito de estas inmobiliarias, no hace falta recordar que los lobby inmobiliarios son los más influyentes a nivel de los gobiernos municipales, en Guadalajara y en todo el país. El caso Tlajomulco es emblemático. Una investigación del académico de la UNAM Francisco Valladares García revela que de 1973 a 1991 fueron aprobados 18 proyectos de fraccionamientos, menos de uno por año. “Pero de 1998 a 2006 se aprobaron 293 urbanizaciones, cuya superficie total equivale aproximadamente a 4 mil 521 hectáreas, es decir, 7 por ciento del territorio municipal, dando cobijo a un fenómeno inmobiliario salvaje que ha cambiado totalmente su anterior condición agrícola y rural”.

Es verdad que esa fue una herencia de los gobiernos priistas (en uno de ellos fue regidor) y panistas que le precedieron. Pero la realidad es que con el pretexto de los “derechos adquiridos”, esos intereses no fueron tocados por el suyo y los siguientes gobiernos emecistas que, además, con la línea 4 y la ampliación de la Línea 1 del Tren Ligero, tienen hoy un empujón de plusvalía y viabilidad. Seguiremos con este tema la siguiente semana.

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