INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Jenni y Tamara

Jenni es española. Tamara, nicaragüense. Jenni nació en Madrid, en 1990. Tamara, en 1981, en Managua. Una es futbolista; la otra, psicóloga. A Jenni la besó un hombre sin su consentimiento. A Tamara la mandó encarcelar un hombre sin razón. Ambas han sido víctimas de violencia. El abuso a la deportista suscitó la indignación de millones de personas alrededor del mundo. El abuso contra la activista ha pasado inadvertido para la mayoría.

Jennifer Hermoso Fuentes es delantera y máxima goleadora de la selección española de futbol. Juega en el equipo mexicano Pachuca. El 20 de agosto de 2023 y tras un destacado desempeño, la joven junto con sus compañeras ganó el Mundial Femenil de Futbol que se celebró en Nueva Zelanda.

Al terminar el partido, durante la ceremonia de premiación, Jenni fue besada en los labios por Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Futbol. El video y las fotografías circularon de inmediato y ampliamente en medios de comunicación de todo el mundo y en redes sociales.

Tamara Dávila Rivas es psicóloga y feminista, defensora de los derechos de las mujeres de su país. Tiene una maestría en Políticas Sociales y Derechos de la Niñez, y otra en Género, Identidad y Ciudadanía.

Forma parte de la Unión por la Renovación Democrática de su país y participó en las manifestaciones contra la dictadura de Daniel Ortega Saavedra y su esposa Rosario Murillo. En una de esas protestas fue detenida por la policía en una calle de Managua y liberada posteriormente. La fotografía del hombre arrastrándola por el suelo circuló, si acaso, sólo en las páginas interiores de algunos periódicos. Nunca se hizo viral en las redes sociales.

El 12 de junio de 2021, Dávila fue apresada nuevamente por el gobierno de Daniel Ortega durante una redada de opositores. Agentes del régimen allanaron su casa de noche, cuando se encontraba con su hija de cuatro años y se la llevaron.

El régimen de Ortega la acusó de “actos que socavan la independencia, la soberanía y la autodeterminación” del pueblo. La condenaron a ocho años de prisión en un juicio en que no se le permitió defenderse. Fue torturada y recluida en una cárcel de alta seguridad en condiciones infrahumanas.

Durante más de ocho meses no le permitieron ver ni tener ningún tipo de contacto con su hija ni con sus familiares. Pasó más de 400 días aislada en una pequeña celda sin posibilidad de salir siquiera al patio de la prisión. Fue la presa política que pasó mayor tiempo en aislamiento absoluto. Sin atención médica y sin alimentación suficiente perdió 18 kilos.

El 19 de julio de 2021 la Corte Interamericana de Derechos Humanos intervino en favor de Tamara al considerar que era un caso de “extrema gravedad y urgencia” y que estaba en riesgo de sufrir “daños irreparables”. Exigió la libertad de Tamara, pero el régimen de Ortega ignoró a la corte.

En febrero de este año y tras permanecer 606 días en prisión, Tamara Dávila fue despojada de su nacionalidad y desterrada de Nicaragua, junto con otros 221 presos políticos.

En México el caso de Jenni generó de inmediato solidaridad. Hubo manifestaciones de apoyo y mesas de análisis que se transmitieron en televisión nacional. El caso de Tamara generó la solidaridad de algunos de sus connacionales que viven en México y de unos pocos mexicanos. No mereció ninguna mención destacada en la prensa. No hubo mesas de análisis en la televisión. En las redes la viralización de la indignación fue solamente para la futbolista.

Es claro que también el feminismo y la lucha por los derechos de las mujeres pasan por la agenda mediática, la sociedad de consumo y la sociedad del espectáculo.

[email protected]

jl/I