INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Todos los días son 30 de agosto

Para familiares de personas desaparecidas todos los días son 30 de agosto, señaló en su pronunciamiento el colectivo Por Amor a Ellxs. La ausencia que viven no la pueden dejar de lado, ni olvidar. Aún con el paso de los años es imposible acostumbrarse a que una persona de un día a otro, sin que haya una explicación, simplemente no esté.

Las actividades realizadas durante la semana pasada en el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada nos obligan a voltear a ver por un momento los rostros de las personas desaparecidas y escuchar las consignas que gritan sus familiares para demandar su localización con vida. La tragedia que vive México frente a las más de 111 mil personas desaparecidas invita a reflexionar sobre las causas de la problemática. Cómo hicimos posible llegar a este escenario de tanto dolor y por qué seguimos permitiendo que las desapariciones se reproduzcan cada vez más. Estas introspecciones así como aparecen, de manera fugaz se esfuman. Los días posteriores nuestra atención se enfoca en otras coyunturas, manteniéndonos en nuestras burbujas de comodidad.

El 30 de agosto, día que nunca debería existir, recuerda también todas las acciones que realizan las familias tanto para buscar como para impulsar políticas públicas y marcos legales para que otras personas no tengan que sufrir las mismas atrocidades que han atentado contra su dignidad. La revictimización y maltrato que han enfrentado, la denegación de la justicia, así como la angustia al desconocer el paradero de sus seres queridos se equiparan a actos de tortura, lo que incluso fue reconocido por la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Su exacerbado dolor e impotencia lo convierten en cambios de prácticas institucionales y de esta manera obtienen un sentido distinto a su experiencia. En esta fecha vale la pena destacar los resultados de estos esfuerzos impulsados por su propia cuenta, a pesar de que de ninguna manera les corresponde suplir las omisiones de las autoridades. En Jalisco exactamente hace seis años las familias lograron crear la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas, y en febrero de 2021 promovieron la aprobación de las leyes en materia de desaparición.

Sin embargo, aunque estos avances son trascendentales y necesarios, no siempre han sido priorizados y sostenibles. Las autoridades se han mostrado incapaces de materializar sus obligaciones legales y respetar el empeño de las familias. No me cansaré de puntualizar que ya son más de dos años de omisión de generar varias herramientas claves para operativizar los procesos de búsqueda contemplados en la Ley de Personas Desaparecidas de Jalisco. Todavía no se ha consolidado el registro estatal de personas desaparecidas, no se ha aprobado el programa estatal de búsqueda ni el reglamento de la misma ley o de la Comisión de Búsqueda. Además, la ignorancia sobre las leyes de desaparición y la poca apertura para recibir críticas y sugerencias, también se han reflejado ahora en el proceso de convocatoria para seleccionar a una persona titular de la Comisión de Búsqueda, misma que representa un retroceso en comparación con las convocatorias anteriores y brilla por su simulación.

Frente a este escenario, en vez de enfocarse en reconocer y verdaderamente atender las necesidades de las familias, el mero 30 de agosto el gobierno de Jalisco primero, organiza en el palacio de gobierno una exposición de arte y brindis a la misma hora de la marcha, y posteriormente, pretende lucirse y “refrendar un compromiso de trabajo”, presentando supuestos avances que deberían haberse materializado desde años atrás. La indolencia y el grado de insensibilidad en su punto máximo.

Los discursos oficiales parecen incongruentes y desconectados cuando Jalisco se ahoga con más de 14 mil personas desaparecidas. Y aunque este gobierno ha dominado la manipulación y simulación a la perfección, no permitamos que nuestro compromiso con la causa también sea meramente retórico y pasajero. La actual administración está en la recta final. Cambian las personas a cargo, pero la instrumentalización del dolor de las víctimas permanece. Y quienes persistirán son las familias. No permitamos que las autoridades permanezcan sordas ante sus clamores ni ahora ni nunca.

[email protected]

jl/I